G. I. Gurdjieff La guerra contra el sueño -Collin Wilson

G. I. Gurdjieff
La guerra contra el sueño

Colin Wilson

El despertar del coraje

Vosotros creéis que sabéis quiénes sois y lo que sois; pero no sabéis hasta
qué punto sois esclavos hoy ni hasta qué punto podríais ser libres. El hombre no
puede hacer nada: es una máquina controlada por influencias externas, no por su
propia voluntad, la cual es una ilusión. Está profundamente dormido. No tiene un
ser permanente al que pueda llamar «Yo». Y ello porque no es uno, sino muchos; sus
estados de ánimo, sus impulsos, el sentido mismo de su propia existencia no son
más que un flujo constante. No os pido que creáis lo que yo os digo, pero si os
observáis comprobaréis que es cierto. Realizad el experimento de intentar recordar
vuestra propia existencia y veréis que no podéis recordaron durante más de dos
minutos. ¿Cómo es posible que el hombre, que no puede recordar quién y qué es,
que no conoce las fuerzas que le impulsan a la acción, pretenda que puede hacer
algo? No, la primera verdad que hay que comprender es que vosotros y yo y todos los
hombres no somos sino máquinas. El hombre no tiene poder para dirigir sus asuntos
privados, y carece igualmente de capacidad en su vida social y política (Witness, J. G.
Bennett.

Ésta era la doctrina que Ouspensky enseñaba en 1922, en un piso
de Londres situado en el número 38 de Warwick Gardens. Uno de los
asistentes, el «ocultista» A. E. Waite, se levantó y dijo indignado: «Señor
Ouspensky, no hay amor en su sistema» y salió de la habitación. Pero fue
la excepción. El resto de los asistentes -entre los que había numerosos
doctores, psiquiatras y escritores- encontró sus doctrinas inquietantes,
originales y fascinantes.
Como exiliado ruso, Ouspensky tuvo suerte de poder asentarse en
Londres. También Gurdjieff intentó establecer su Instituto en Hampstead,
pero no pudo conseguir los permisos necesarios. No le importó, porque ya
había decidido que París sería más conveniente. (Antes había abandonado
el proyecto de establecerse en Alemania cuando comprendió que la
situación política en ese país era inestable, como en Rusia o Turquía.)
Antes de marchar de Londres, Gurdjieff pronunció una serie de
notables conferencias. Bennett asistió a alguna de ellas y tomó notas, que
cita en Gurdjieff: Haciendo un mundo nuevo. Una vez más, estas notas
reflejan la notable precisión científica de las teorías de Gurdjieff. Éste
planteaba uno de sus conceptos fundamentales: la diferencia entre
«personalidad» y«esencia». Un niño, al nacer, tiene tan sólo «esencia», su
respuesta fundamental al mundo. Cuando cumple seis o siete años, el
niño comienza a desarrollar su «personalidad» -es decir, a tener conciencia
de sí mismo como una persona entre otras-, en respuesta a otras
personas: Cuando eso ocurre, afirma Gurdjieff, la «esencia» interrumpe
frecuentemente su desarrollo por completo, siendo sustituida por la
personalidad. Algunas personas que parecen tener una personalidad
poderosa y vital, en realidad están vacías en su interior; su esencia dejó de 56
desarrollarse cuando eran niños.
En En busca de lo milagroso, Ouspensky menciona un
extraordinario experimento realizado por Gurdjieff para mostrar a sus
discípulos la diferencia entre esencia y personalidad. Se seleccionaron dos
personas para el experimento. Una de ellas era un destacado hombre de
mediana edad que ocupaba una importante posición, y el otro un joven de
pocas luces que tendía a la verborrea y a la confusión. De alguna forma,
ya fuera por hipnosis o por medio de una droga (Ouspensky no lo
especifica) sumergió a ambos en una especie de semitrance en el que la
«personalidad» quedaba eclipsada (En Venture With Ideas, Kenneth Walker afirma
que Ouspensky le dijo a Gurdjieff que en esa ocasión les había administrado una droga).
El hombre mayor adoptó una actitud completamente pasiva. Cuando le
preguntaron sobre la guerra -tema respecto al cual había expresado las
opiniones más encendidas un momento antes dijo que no le interesaba.
Por su parte, el joven comenzó a hablar con seriedad y sencillez,
demostrando una gran capacidad de juicio. Gurdjieff explicó que el joven
tenía una «esencia» bastante bien desarrollada, que había quedado oculta
bajo una capa de torpeza, una tendencia a dejarse impresionar en exceso
por otras personas, lo que le hacía aparecer como un estúpido. Al hombre
mayor le quedaba muy poca «esencia»; había desarrollado una
personalidad jactanciosa y terca, pero debajo de ella no quedaba nada.
Al finalizar las conferencias de Londres, Gurdjieff desarrolló su
concepto de esencia y personalidad: «lo que llamamos “voluntad” procede
tan sólo de la personalidad. No tiene conexión con la voluntad real. Algo
toca la personalidad y dice “quiero” o “no quiero”… y piensa que es
voluntad. No es nada. Es pasivo. La voluntad sólo puede estar en la
esencia».
La esencia, explicó Gurdjieff, no tiene mente crítica:

Es confiada, pero como no sabe, es recelosa. No se puede influir en la esencia
mediante un argumento lógico, ni convencerla. Hasta que la esencia comienza a
experimentar por sí misma, permanece como siempre fue. Algunas veces, surgen
situaciones en las que la personalidad no puede reaccionar, y la esencia tiene que
reaccionar . Entonces vemos qué es lo que hay en la esencia de una persona. Tal vez
es tan sólo un niño y no sabe cómo comportarse. De nada sirve decirle que se
comporte de manera distinta, porque no entenderá nuestro lenguaje.