El cristianismo se ha perdido. ¿Cómo buscarlo? Cuando pierdes algo, debes buscarlo
exactamente en el lugar donde lo has perdido. Estudia, observa, vigila: ¿dónde exactamente pierdes el ser y la conciencia? ¿En qué te pierdes a ti mismo? No descubrirás esto hablando el viejo lenguaje o cultivando las viejas actitudes de piedad o “moralidad” religiosas. No encontrarás a Cristo yendo hacia “Cristo”, sino sólo a través de ver, claramente y con precisión, cómo Lo crucificas. Sólo entonces tú aparecerás. Que tu amor a la verdad te de la fortaleza y la comprensión para tolerar la energía de este sufrimiento y la luz que le sigue de acuerdo a la ley.
Una ambigüedad fundamental
Otros escritores cristianos que el padre Sylvan menciona en el contexto de su distinción entre
gnosis y gnosticismo, y que sostiene que enseñaron lo que he llamado “la segunda doctrina del
alma”, incluyen muchos que ya hemos citado: Gregorio Palamas, Meister Eckhart, Evagrius,
Clemente de Alejandría, así como también muchos otros que no hemos citado (los Padres
Capodocianos figuran prominentemente en su lista). Notablemente ausentes, sin embargo, son los nombres de Agustín, Aquino, Bernardo de Clairvaux y otros comúnmente reconocidos como los principales formadores de la teología cristiana. Mi investigación de los textos primarios y secundarios asociados con estos autores por momentos me produjo una gran intriga acerca de la elección del padre Sylvan. Es raro que un escritor cristiano alguna vez haya expuesto explícitamente que el hombre solo tiene un alma en potencia. Pero el padre Sylvan deja expresamente claro que el término ““alma” a veces se debe usar para hacer referencia a las funciones psicológicas “naturales”, “dadas”, con las que todo hombre nace y otras veces en referencia al alma completamente desarrollada. Esta ambigüedad, dice, se inicia muy al comienzo de la historia de la doctrina cristiana, se torna dominante e incluso descontrolada con San Agustín y finalmente persiste en todo el desarrollo del pensamiento occidental.
Lo que ha sido olvidado en la vida del hombre es la confrontación dentro de sí mismo de las
dos fuerzas fundamentales del orden cósmico: el movimiento de creación y el movimiento de
retorno, lo exterior y lo interior. Todo lo que se llama “progreso” en el mundo moderno puede ser caracterizado como una atención desequilibrada a la fuerza de la vida dirigida-hacia-afuera, combinada con una falsa identificación de lo “interior” como el ámbito del pensamiento y la emoción. Los pensamientos y emociones a los que se llama “interioridad” sirven en realidad, como ha sido mostrado, al movimiento hacia fuera y a la degradación de la energía psíquica. En términos cristianos, esto es “carne”. Pensamientos y emociones no son el alma.
El misticismo y la espiritualidad por sí mismos no son suficientes. La acción social y la terapia
por sí mismas no son suficientes. Tampoco es suficiente buscar ambos al mismo tiempo. El
elemento olvidado en nuestras vidas es la fuerza dentro del yo que puede atender a ambos
movimientos de la naturaleza humana dentro del propio ser y puede luego orientar el surgimiento de esta fuerza en el prójimo de una manera adecuada a su comprensión. La única meta de este libro ha sido comunicar esa idea.