EL ESTABA ALLÍ DELANTE DE NOSOTROS-Henri Tracol
“Él estaba allí, delante de nosotros y bajo su mirada cada uno de nosotros trataba de despertar. ¿Qué esperaba de nosotros? A lo mejor que resuene en nosotros como un eco de lo que el mismo buscaba… El estaba allí, delante de nosotros y con su presencia, con su insistencia a veces silenciosa, acompañada de palabras, trataba de evocar y nosotros lo que en el mismo sentía como una necesidad, como una urgencia interior”
¿Hacia qué, finalmente, este hombre -huracán conducía a sus discípulos? Para alimentar esta pregunta, escuchemos una antigua sentencia que el mismo Gurdjieff nos propone como punto de partida a los relatos de su obra, Encuentros con Hombres Notables:
“Sólo merecerá el nombre del hombre, sólo podrá contar con algo preparado para él desde Lo Alto, quien haya sabido adquirir los datos necesarios para conservar indemnes el lobo y el cordero que han sido confiados a su cuidado”.
ÉL Y SUS IDEAS FORMABAN UN TODO (Extractos)
Henriette Lannes
Cuando las ideas de la Enseñanza del Señor Gurdjieff me fueron expuestas por primera vez, por la señora de Salzmann, aún no se había publicado nada y el nombre de Gurdjieff me era totalmente desconocido. En aquel momento, yo no buscaba un Maestro, aunque me había planteado muchas preguntas: no podía pensar que una enseñanza real y un verdadero Maestro pudieran existir, no creía que eso fuera posible en nuestros días.
Cuando las recibí, el impacto de esas ideas me redujo al silencio. No podía apartar mi mente de ellas. Me perseguían día y noche. Sentía que eran verdaderas.
Me encontraba aún en esa conmoción, cuando fui presentada al señor Gurdjieff. En aquella ocasión, quedé totalmente desconcertada. Lo que sentí evidentemente, fue el impacto de su fuerza tranquila y controlada, y sin embargo casi intimidante y, más que todo, la fuerza de su presencia total, una presencia que uno sentía que se prolongaba hasta la punta de sus dedos. Ella daba sentido a todos sus movimientos que parecían mucho más vivos que los nuestros. Vivos como los de un gato o un tigre. También sentí con fuerza su inmensa generosidad: una generosidad de la cual se puede decir que era más que humana.
Tome entonces conciencia de una enorme barrera, de una separación increíble. El estaba allí, yo estaba allí, y entre nosotros había un abismo infranqueable.…
….¿Que representaba el? ¿Quién era? ¿Qué significaba ese Ser, esta fuerza? ¿Cuánto tiempo mantuve esta pregunta? No puedo decirlo exactamente, tal vez dos años. No trataré de describir este período extraordinario. Comidas, lecturas, intercambios, Clases de Movimientos y Grupos no reunían, con bastante frecuencia en torno al señor Gurdjieff. Ese fue para mí el comienzo de experiencias interiores, a veces muy fuertes y maravillosas, a veces muy duras. Tengo la convicción de haber comenzado a reconocer al señor Gurdjieff a partir del momento en que mis ojos , comenzaron a abrirse: lo veía tal como era a medida que yo me volvía capaz de verme… supe igualmente que yo había venido a él sin nada y que debía agradecerle todo…
INSTANTES Y MIRADAS II- DANZAS SAGRADAS Y MÚSICA- Roger Lipsey (Extractos)
Por la noche, “los trabajadores de los campos”, los granjeros, los cocineros, los niños más grandes e incluso la frágil Katherine, abandonaban sus tareas diurnas y se reunían para practicar Danzas Sagradas y Movimientos, algunos de los cuales Gurdjieff los había aprendido en templos, hermandades religiosas y fiestas aldeanas del Medio Oriente y del Asia Central; muchos otros eran de su propia inspiración. Estas tuvieron lugar en un principio en uno de los salones del Prieuré, pero después se realizaban en un lugar mucho mejor adaptado, conocido por todos por su nombre en inglés Study House.… He aquí lo que escribió Nott cuando lo vio por primera vez en 1924:
“El Study House había sido construido a partir de los elementos de un hangar en desuso… en forma de tekke derviche. Los muros y el piso eran de tierra. En el interior, arriba de la entrada, había una pequeña galería provista de una silla. Estaba decorada con una colección de instrumentos de cuerda y tambores provenientes del Cercano y Lejano Oriente. Sobre las paredes, había varios diplomas y certificados redactados en caracteres orientales, que Gurdjieff había recibido en diferentes ocasiones. El piso estaba cubierto de alfombras persas, afganas, y de otros países orientales. Otros tapices colgaban de las paredes. Adentro, a la derecha de la entrada, había una caja recubierta con una tela drapeada: era asiento de Gurdjieff. A lo largo de los muros habían bancos para los espectadores, separados del espacio abierto por una barandilla de madera pintada. En el extremo opuesto se encontraba una plataforma de tierra, cubierta de linóleo, destinada a los Movimientos. Delante de este escenario, una pequeña fuente. Las ventanas estaban pintadas de colores armoniosos; repartidos en las paredes, podían verse Aforismos y Sentencias redactados en caracteres que evocaban el persa y el turco. La atmósfera era la de un lugar sagrado…”
Gurdjieff era el menos sentimental de los hombres, pero era capaz de sentir una profunda nostalgia, como hemos apreciado en su relato sobre las lámparas persas de arcilla. En 1932, poco antes de que abandonara definitivamente el Prieuré, llegó allí desde París, Kathryn Hulme y su compañera Wendy. Entraron en el Study House, todavía totalmente amoblado pero ya en desuso y Kathryn Hulme describe:
“Me acuerdo como si fuera ayer, como Wendy dio palmadas y gritó:´ ¡Oh, qué bello es, señor Gurdjieff!´, Cuando fuimos conducidas al interior…, un gran salón sacado de las Mil y Una Noches, con vitrales, divanes y al extremo de la sala, una fuente delante de un escenario. Y como el la miró en una penumbra coloreada, con una expresión particular y dijo: ¿Usted sentir?´ A pesar de la decoración teatral, de este lugar se desprendía un sentimiento de lo sagrado que muy pronto nos invadió”.…
Fue en este lugar donde Gurdjieff y sus discípulos prepararon la presentación de las Danzas Sagradas que tuvo lugar en el Teatro de los Champs Eliseés a finales de 1923, así como las otras Demostraciones realizadas en Nueva York, Boston y otras ciudades en el invierno de 1924. Hay muchos testimonios sobre el carácter y la fuerza de las Danzas Sagradas y los Movimientos de Gurdjieff. Entre ellos, ninguno más directo que la secuencia de Movimientos dirigida por Jeanne de Salzmann, que aparece al final de la película de Peter Brook, Encuentros con Hombres Notables, estrenada en 1978.
A pesar de su laconismo, el testimonio de Katherine Mansfield, que data del otoño de 1922, es original y nos transmite lo que ella ya debió haber sentido:
“Cada noche, unas 50 personas se reúnen en el salón. Hay música y, actualmente, están trabajando en una prodigiosa Danza colectiva Asiria muy antigua. No tengo palabras para describirla. Al verla parece cambiar todo el ser de uno… Debo decir que estas Danzas me han dado un enfoque totalmente distinto de la escritura. Estoy hablando de algunas de las Danzas Orientales muy antiguas. Una de ellas dura alrededor de siete minutos y contiene la totalidad de la vida de una mujer, realmente todo. No falta nada. He sacado provecho de ella. Me ha enseñado más sobre la vida de una mujer que cualquier libro o poema. Es algo misterioso, en ella había lugar hasta para Coer Simple de Flaubert y para la princesa Marya…”
Los Movimientos siempre han conservado un lugar central en entre las disciplinas propuestas a aquellos que se acercan a la Enseñanza de Gurdjieff. Sabemos que el puso mucho énfasis en los Movimientos en Essentuki y en Tiflis y también durante sus últimos años….
… la colaboración musical entre Gurdjieff y de Hartmann, produjo un corpus musical para los Movimientos y para conciertos que sólo en tiempos recientes han sido ampliamente difundidos. Esta música es variada, con frecuencia fuerte, muy diferente a nuestra música con intentar, pero, como toda música, desafía cualquier descripción.
En el recuerdo de Nott: “Hartmann tocaba en un viejo piano vertical que bajo sus dedos producía una música mágica. Cuando Gurdjieff quería una melodía nueva la tocaba el piano con un solo dedo, y silbaba para completar las notas.Hartmann retornaba entonces la melodía agregando un poco a poco los acordes. Gurdjieff se mantenía de pie detrás de hasta estar satisfecho de los resultados. No le daba tregua a Hartmann hasta lograr lo que quería. Un músico menos experimentado que Hartmann jamás hubiera podido producir aquella música y él mismo, por lo menos una vez, encontró la situación tan intolerable que se levantó del piano y abandonó la sala”….