INTERCAMBIO DE VERANO CON HENRY TRACOLL – La Experiencia de Gordes

PREGUNTA : Yo conocía sobre todo en un solo sentido esta noción de estar sobrepasado. Y esta mañana, tuve la impresión, de estar sobrepasado por el hecho que lo que aquí acompaña mi vida, mis actividades, no es todavía una presencia real, tampoco es una total ausencia, es fluctuante.
TRACOL: Rápidamente nos dejamos acorralar, sin darnos cuenta. El guardar viva esta evidencia permite que la operación sea vivida de manera diferente. A pesar de todas nuestra torpes traducciones, algo es vivido, eso testimonia una presencia distinta que se propone.
PREGUNTA: Cuando hago trampa, traiciono un sentimiento de confianza que no sé reencontrar por mí mismo, pero que a veces se me acerca y me guía.
TRACOL: de una u otra manera, está esta tendencia a atribuirme lo que al pasar mí es ofrecido percibir. Vivir estas experiencias con la ayuda de lo que se recuerda a nosotros, de una inmensidad a la que podemos participar, pero que en nada puede considerarse como nuestra –he ahí lo que da todo el valor a ciertos instantes de la experiencia. ¿Como no traicionarlos? Ahí está nuestro asunto, como candidatos a Buscadores de la Verdad
PREGUNTA: ¿Pero cómo no trampear?
TRACOL: Otra desviación sin me engancho en esto: ¡Ah, pero hago trampa! ¡Ah, pero esto y trampeando!. Otra trampa. Se me ha ofrecido darme cuenta de eso. Y hay algo que a veces se me sigue ofreciendo, en esas circunstancias, y es aceptar lo que sobrepasa mi raciocinio: se hace en mí un trabajo. Y por instantes, no puedo dejar de percibir hasta que punto eso sobrepasa muy lejos todo lo que podría atribuirme.
PREGUNTA: Ayer, usted hablaba de reconocimiento. Lo que ví es que en mí se hace una preparación para “reconocer”.
TRACOL: Es cierto, me es ofrecido el sentirme partícipe de lo que me sobrepasa infinitamente. ¿Cómo no traicionar eso? ¿Cómo dejar que la operación prosiga en lugar de interrumpir la con mis reflexiones?.
PREGUNTA: Parece simple cuando le oímos decir: “dejar que la operación prosiga”. Se tiene la impresión que es evidente y sin embargo es un sueño.
TRACOL: Pero, si por momentos, uno se da cuenta, hay una posible participación; intentar mantener las condiciones en las que se produce el milagro…
PREGUNTA: Comprensión compartida: es como si, en un momento dado, esta comprensión circulara entre nosotros. Ahí, realmente siento que hay algo que no me pertenece.
TRACOL: Es algo que puede ser compartido. Éso ha hecho su camino en aquellos que estaban prestos a escucharlo, como eco de su propia experiencia. Pero es una experiencia que siempre aparece mucho más significativa que cualquier formulación a la que me enganchara. Y ahí, el misterio permanece entero. Se dice, se reconoce al pasar y al mismo tiempo si alguien -algo curioso -viniera a entrevistar a uno de nosotros: “Usted dijo tal cosa hace un rato, ¿qué quiere decir con eso?; Está terminado. Hay una falla en la pregunta misma, en la manera que se trata de reducir al pretendido entendimiento corriente lo que no se comprende sino por la experiencia vivida por cada uno.
Hay por lo menos algo que se puede tratar de evitar para uno mismo, al día siguiente o en otra ocasión: “¡Yo recuerdo! Es cierto, se habló de eso el otro día…”. Y, a menos de estar en un estado que permita una nueva recepción de lo que se ha recibido, domina el mal entendido . Es como si no pude oir nada, como si no se trataba de algo importante.
Es cierto que tengo experiencia de este extravío en mí mismo. Hay esa tendencia en nosotros de comprometerse en un estudio profundo, queriendo siempre ir más lejos. De ahí el “fruncimiento del ceño”. ¿De qué se trata?. De tratar de excavar, de obtener una explicación prematura.
Inversamente, hay momentos en los que reconozco que no comprendo. Pero no por eso me abandono. Hay algo que sigue invitándome, no a adivinar, sino a hacerme más disponible, más abierto a la experiencia misma.
Ahí hay un comienzo de libertad. No se trata, tanto de conseguir un resultado parcial, sino de reconocer algo que me sobrepasa y que puede trabajarme. No soy yo quien trabajará sobre eso, es esa influencia que recibo y que primará sobre mis pretensiones de comprender.
PREGUNTA: ¿El desvío estaría entonces ligado a una pretensión?
TRACOL: Si ciertamente. En cada instante, se está en peligro de un desvío. Es necesario la aceptación real de la experiencia sin prejuzgar lo que ella me aportará, sin pretender comprender de antemano… Reconocimiento de lo que me es entregado cuando he podido evitar las trampas.
PREGUNTA: las intervenciones que precedieron me ayudaron, pero necesito otra perspectiva… Se dijo: “comprensión común”. Hubo un eco en mí, luego hablaron en inglés y no entendí nada pero séque algo de esto es concierne…
TRACOL: Tal vez al que decir también que lo que frecuentemente impide primar a esta percepción, es mi esclavitud a los comentarios que no puedo impedir hacer. Cuando las condiciones son imprevistas y estoy en cierta forma liberado de ese hábito, algo es tocado y deja su huella en mí. Eso no quiere decir que ser capaz de reformularlo mañana, ni siquiera un rato más arde. Pero algo si habrá reconocido como justo resonando en mi, por un tiempo.
PREGUNTA: Usted decía: “Si tratamos de reconstituir fuera del contexto ya no quiere decir nada”. Entonces, ¿qué lo que queda?
TRACOL: A veces que era algo. Por ejemplo: queda lo que de todas maneras de o una u huella que permite dejar un espacio a la comprensión que pueda subsistir luego de un intercambio. Ahí está de todas maneras la prueba de vida de este Trabajo en cada uno. No el recuerdo grabado y perpetuado, sino contra cosa… Uno esta tocado directamente por algo que se dijo, por la respuesta que se dio, algo que evocó un acercamiento diferente y una manera de vivir lo que se sugirió en esa ocasión. Éso puede cultivarse, incluso reencontrarse años más tarde. Es posible. Pero nuevamente será una batalla: un trabajo se hará en aquel que en ese momento se recuerda, para eliminar lo que realmente ya no tiene ninguna importancia, para volver a dar un lugar a lo que había comenzado a vibrar de otra manera en él…
PREGUNTA: Un intento de reconstruir un intercambio resulta para mí, antes que nada, una puesta a prueba implacable. Ahí está. El verdadero sufrimiento que no puedo eludir y que me muestra mucho de mí mismo.
TRACOL: Simplemente, no tratando de escribirla sino de reconstruir para mí mismo lo esencial de un intercambio, yo sé que fui tocado en esa ocasión. Yo sé que fue una especie de apertura a una manera totalmente diferente de vivir la experiencia. Y luego, hay una palabra que sobresale sobre las otras, una expresión: “¡Ah, sí, sí, es cierto, dijo eso…!” Y el resto era tapado. Ya no tiene la misma vibración en mí. Aún para los que tienen memoria prodigiosa, ahí esta el peligro. Y luego un otra tentación: a veces la respuesta que se dio, resuena justo en ese momento, pero después no se puede impedir el comentario “no, no es eso lo que debe haber dicho. Lo que quería decir es esto…” entonces reemplazamos y nuevamente es sospechoso.
PREGUNTA: Siento que una especie de función se ha creado en mi con el correr de los años, donde hay algo que puede permitir un verdadero compartir. No es una construcción mental.
TRACOL: Sí, quedó una huella de lo que realmente se vivió, a aunque fuera por unos segundos. Ésa huella sigue viva, a aunque no recuerde los términos empleados en ese momento, hay algo que subsiste, que sostiene el cuestionamiento interior, a beneficio de lo que sonó como justo. El resto -las formaciones, las interpretaciones -el eso es inevitable y no tiene mucha importancia, si lo esencial aún se ha mantenido vivo.
Otro recurso: tratemos de liberarnos de todo comentario sobre lo que ciertos momentos sobre algo vivido en conjunto. No es tanto por recordarse sino para reencontrar lo que dejo su huella y que debe vivirse como un silencio libre de toda vana asociación. Frente a la inmensidad: insignificancia de todos los “yo -mí”, para dar lugar a lo que sobrepasa mi entender, tentativa de ajuste y esa evidencia. Y, nuevamente “yo -mí” toma la prioridad. Se entabla una lucha. Todos esos “yo” pretenciosos son cuestionados, incluido aquel que aparenta reconocer la situación. Hay algo, una actitud que permite al la transformación operar con como pueda, una actitud de acoger, una tentativa de percibir lo que ha cambiado en mi. Y ya es el perderse, y otra vez perderse. A fuerza de escapar de eso, y sin embargo algo diferente que persiste en mí.
PREGUNTA: La pregunta que me formulo desde que estoy aquí es acerca de la entrada en una obra ya en construcción. Tengo mi parte que desempeñar, tengo que encontrar un lugar que me sea propio ajustándome constantemente a los otros, los que también tratan de ajustarse.
TRACOL: ¿Como ajustarme y a qué?. Hay aquí dos preguntas. ¿A que ajustarme? Habría podido incorporarme a una colonia de vacaciones, con montones de proyectos en ejecución, y tratar de incorporarme en forma correspondiente. Mas, para todo aquel que vienen acá por un período para compartir un cierto Trabajo, no se trata en absoluto de lo mismo. Todo esta subordinado a la noción de Trabajo. Un Trabajo que comenzó hace decenas y decenas de años. Es algo que hace eco con lo que sucedía en los siglos anteriores y con una envergadura mucho mayor que toda experiencia interesante de realizar para obtener únicamente cambios exteriores. Renacer a un sentimiento de pertenencia a un Ser que nos sobrepasa por todos lados, es eso lo que nuestro Maestro trató que viviéramos, hacernos compartir de muy diferentes maneras. En el núcleo de lo que trataba de hacernos experimentar, estaba su propia experiencia, completamente sometida a lo esencial. Ésa es la problemática hoy día.
PREGUNTA: Me detengo en esa palabra: ” esencial” porque esta mañana estuvimos sometidos a una trampa sumamente sabrosa. En una pieza oscura se nos dijo: “tiren los objetos inútiles”. Esta noción de objetos inútiles fue tema de varias discusiones.
TRACOL: Es curioso, porque entre nosotros hay lugar para momentos graves, momentos donde lo esencial aparece como compartido, y también hay lugar para una cierta libertad de movimiento, de pensamiento y sentimiento que, de hecho, es compatible con nuestra más profunda búsqueda. Lo que realmente se vive como una libertad respecto a concepciones falsas , trata justamente de poder estar liviano, bromear sin por eso perder el sentido de una búsqueda. Sólo ella no permite agruparnos para tratar de tornarnos más disponibles para lo que se nos da, todo lo que se nos ofrece para comprender “esencialmente”. Si no, sería un simple bromear sin dimensión.
PREGUNTA: Yo debía proseguir un trabajo comenzado, limpiar los enchufes y tirar los inservibles. Sentí, que en ese trabajo en marcha y que no era de mi “responsabilidad”, había sin embargo un lugar donde tenía un rol que desempeñar.
TRACOL: Ahí también, es muy sutil. Puede haber una reacción normal, muy comprensible, de desempeñar una determinada función, hacer algo, a hacer lo necesario para cumplirla, pero también hay, que es mucho más importante, el reconocimiento de lo que testimonia de una presencia a lo que es mucho más significativo que mi comportamiento exterior. Eso tal vez exige un reajuste. ¿Es posible cumplir una tarea exterior en forma inteligente, eficaz, sin perder por ello ese sentido de una presencia que nos sobrepasa infinitamente? De eso se trata nuestro juego ahora. Tratamos un poco de un lado, y un poco del otro lado. Y a veces el silencio nos ayuda. Ese silencio es muy tumultuoso en el interior, y muchas asociaciones intervienen, pero aún así hay lugar para el reconocimiento del verdadero silencio. No el verdadero silencio exterior, el real silencio interior. Una apertura inmensa. Y de eso, tenemos escrúpulos para poder hablarlo. Quisiéramos hablar lo menos posible de eso. Desearíamos dejarlo imponerse por sí mismo. A veces encontramos palabras, parece tentador, pero eso no es lo que cuenta realmente. Una vez más volvamos a la experiencia misma y la experiencia del silencio puede vivirse de tal forma es sea compartida. No se trata de reflexiones sabias, tampoco son sentimientos ingenuos de esperanza de gratificarse con impresiones diferentes. Es una especie de lucha muy simple, lo más libre posible, contra todo lo que se asocie para impedirnos realmente el silencio.
PREGUNTA: Sentí mucha alegría entre un todo relativo y un nada relativo. No comprendo a fondo lo que sucedió, pero me sentí mucho más libre de esa idea que hay que comprender, que algo debe ser comprendido, y diría, que curiosamente, no está completamente alejada de la idea de una inmensidad.
TRACOL: Inmensidad de mi comprensión…
PREGUNTA: Creo que de hecho, he pasado mis días esperando una experiencia más interesante. Ahora menor cuenta que así podría esperar toda mi vida. Esta tarde, casi sin quererlo, algo aquí está presente.
TRACOL : Es muy cierto. Lo quiera o no, me es dado percibirlo , aquí y allá. Me es dado a ampliar la experiencia. Lo que me permite percibir en cierto momento, prosigue aún cuando no estoy en condición de reconocerlo. Eso me invita a ampliar el campo de mis percepciones, aún quizás sentirme incluido, incluido en una inmensidad que va mucho más allá de lo que puedo realmente ver. Hay una liberación del intento de poseer un conocimiento, algo que me pertenezca. Se trata del todo lo contrario, soy yo quien pertenece. Y el sentirme pertenecer, sentirme tomar parte sin posesión, es realmente un despertar a una vida totalmente diferente, tanto más amplia y tanto más significativa.
PREGUNTA: Cuando hay un momento importante, por cierto tiempo después con hay algo que quiere proseguir. Veo que se instala una especie de administrador.
TRACOL: Lo interesante, es el momento en que nos sentimos efectivamente sobrepasados, donde tenemos la certeza que no podremos reducir la experiencia a una definición. Toda noción de manejo, ahí, resulta vetusta. Se nos ha ofrecido sobre pasar esa tendencia a dominar la situación, a adivinar de qué se trata, y de satisfacerse con haber comprendido. Todo lo ofrecido, es estar integrado a lo que no puedo comprender. Sentirlo, vivirlo es muchísimo más que el saber.
PREGUNTA: Hace varios días que me digo: “Pero no, no estoy sobrepasado. Simplemente estoy impaciente de ser sobrepasado”. No había dicho nada, hasta el momento en que, durante una reunión en silencio, tuve una experiencia totalmente incomprensible, en el curso de la cual, él estaba sobrepasado y yo no lo sabía.
TRACOL: No puedo ignorar que hay algo que se propone, que me invita a comprender, y tengo buenas razones para desconfiar de mi comprensión -conozco de sobra sus fracasos, sus errores, y sin embargo en medio de todo eso, algo continua ofrecido para sentirlo, para vivirlo. Esta ahí, pero eso sobrepasa mi comprensión por ordinaria.
Hay algo que no puedo dejar de sentir como una presencia escondida. Y todo esta cambiado. Luego, naturalmente, vienen mis exámenes, mis traducciones, mis preguntas: ¿Como podré expresarme incluso para mí mismo?, Etc. Pero hay otra dimensión que puede vivirse -aun cuando sea por aquí, por allá -por algunos segundos. Y, entre esos momentos vividos, hay una relación no declarada, quedo en espera, y esa espera es compartida. La huella de lo vivido, algo que fuera por fracciones de segundo, es tan todavía ahí. Se el “significado”. Eso es lo que nos permite quedar en silencio, juntos. Somos vividos de otra manera: se hace un compartir -a pesar nuestro, en cierta manera -pero no completamente a pesar nuestro.
Esta mañana, invitación a la serenidad, cómo no traicionarla?. Simplemente preguntarse ya es un problema.Hay un nuevo intento a partir de ahí.