G.I. Gurdjieff – Diario de un alumno
C. Stanley Nott
Fragmento del libro
Durante ese verano, Gurdjieff estuvo escribiendo notas sobre los capítulos de Ashyata Sheyimash, y una noche empezó a hablarnos, especialmente a Orage, sobre la Fe, la Esperanza y el Amor conscientes, particularmente sobre este último. Luego Gurdjieff fue a su habitación temprano, como lo hacía a menudo, para descansar y a veces invitaba a gente a conversar. En esa ocasión le pidió a Orage que fuera. Al día siguiente, Orage me dijo: “Lea esto. Anoche conversé con Gurdjieff durante mucho rato y después me fui a mi habitación y escribí hasta las cuatro de la mañana. Este es el resultado”. Era el borrador de un ensayo “Del Amor” –los tres tipos de amor que afectan las relaciones entre hombres y mujeres. Era la cosa más interesante que yo había leído sobre este tema universal, y lo leí y releí. Más tarde fue publicado en el Atlantic Monthly.
Cuando Orage regresó a Inglaterra quiso publicarlo allí, y como ningún editor lo aceptó, yo pagué por su publicación en forma de libro, en Londres. Desde entonces ha tenido varias ediciones. Es una piedra preciosa; aunque, para la mayoría, un ideal casi inalcanzable. Este breve ensayo, aparte de lo que está escrito en Relatos de Belcebú, que está en una categoría diferente, es el único estudio moderno publicado sobre la posibilidad de alcanzar un estado de amor consciente entre hombres y mujeres. Aun quienes están felizmente casados pueden aprender algo de él.
En respuesta a una pregunta sobre el segundo alimento, el aire, Gurdjieff dijo: “El aire tiene dos partes, una que evoluciona y otra que involuciona. Sólo la parte que involuciona puede vivificar el ‘Yo’. Actualmente, esta parte que involuciona sólo sirve para propósitos cósmicos generales. Sólo cuando tengan en sí mismos un deseo consciente serán capaces de asimilar, para ustedes, esta parte buena de aire, que proviene de la fuente primordial”.
“Con el objeto de poder asimilar la parte del aire que involuciona, deberían tratar de darse cuenta de su propia significación y la de los que están a su alrededor. Son mortales y algún día morirán. Aquél en quien recae su atención, ese es su prójimo; también morirá. Ambos son nulidades. En el presente, la mayor parte de su sufrimiento es ‘sufrimiento en vano’; surge de los sentimientos de cólera, celos y resentimientos hacia los demás. Si adquieren informaciones como para darse cuenta siempre de la inevitabilidad de la muerte de los demás y de la de ustedes, tendrán un sentimiento de piedad por los otros, y serán justos con ellos, ya que sus manifestaciones que les desagradan a ustedes se dan sólo porque ustedes o alguien les ha pisado los callos, o porque sus propios callos son sensibles. Actualmente ustedes no pueden ver esto. Traten de ponerse en el lugar de los otros –ellos tienen la misma importancia que ustedes– ellos sufren como ustedes y, al igual que ustedes, morirán. Sólo si ustedes tratan siempre de sentir esta significación, hasta que se vuelva un hábito cuando su atención recaiga sobre otros, sólo entonces serán capaces de asimilar la parte buena del aire y de tener un ‘Yo’ verdadero. Todo hombre tiene deseos y anhelos que le son caros, y que perderá con la muerte”.
“Al darse cuenta de la significación de su prójimo cuando su atención recaiga sobre él, que va a morir, surgirán en ustedes la piedad y la compasión hacia él, y finalmente lo querrán; igualmente, al hacer esto constantemente, surgirá en alguna parte de ustedes la fe verdadera y consciente, y abarcará a otras partes, y tendrán la posibilidad de conocer la felicidad verdadera, porque de esta fe surgirá la esperanza objetiva, –la esperanza de una base para continuar”.
Gurdjieff trabajaba como de costumbre cada día en los Relatos de Belcebú, reescribiendo y revisando, trabajando, como siempre, en cafés y en el Prieuré –a veces dentro de la casa, a veces en el jardín, a veces con gente a su alrededor, a veces a solas. Cuando se leían capítulos en voz alta en el salón, después de la cena, solía observar la expresión de nuestros rostros. Había comenzado a redactar el capítulo sobre los Estados Unidos; y si llegaba un visitante de ese país, hacía leer partes del capítulo, y siempre solía reírse durante ciertos pasajes. También nosotros reíamos, aunque la mayoría de nosotros nunca estábamos seguros de qué se reía. Sospecho que era de nosotros.
Un día, en la biblioteca sin libros, dijo: “Orage, ¿por qué los ingleses, y especialmente los norteamericanos dicen All right (Está bien) aun cuando no está bien?” Orage respondió: “Sí, cuando todo va mal decimos: ‘All right, ¿qué vamos a hacer?”.
De Salzmann consideró esto muy cómico, y empezó a bromear respecto a la expresión All right. Y Gurdjieff dijo: “Usaré esto en mi capítulo sobre los Estados Unidos. ‘Cuando nada está bien’, entonces, ¡All right!”
Cuando se leía un capítulo, a menudo pedía al lector que hiciera una pausa, y el lector ponía una coma en ese lugar. De ahí, la puntuación a veces extraña de la traducción inglesa.
A menudo solía preguntar acerca de un pasaje o un capítulo, “¿Qué le hace sentir esto?” El énfasis en “sentir”, nunca “¿qué ‘piensa’ de ello?”