de JOHN FUCHS
LA IMPACIENCIA
Camina sin cesar de un lado al otro, tamborilea con los dedos sobre la mesa, balancea el pie de arriba a abajo. Siente un
hormigueo en el estómago, un escozor en la frente. Su respiración cambia, pero aunque toma varias inspiraciones profundas y lentas, pensando controlar eso, “eso” toma el control. Su respiración se acelera casi hasta ahogarlo. No es capaz de hacer llegar a sus pulmones suficiente aire y su plexo solar empieza a temblar. Usted está impaciente. Sus movimientos y emociones son tres veces más rápidos que en su estado ordinario.
¿Es entonces cuando el centro emocional toma el control por sobre el centro motor? Usted empieza a indagar, primero de manera inconsciente, luego conscientemente, buscando la
causa, la raíz de la impaciencia. Se forman imágenes, vienen a la mente frases que se repiten sin cesar. Su mente es una máquina que gira una y otra vez y las palabras siempre regresan al inicio del proceso del pensamiento.
La impaciencia es una emoción, una emoción destructiva que está conectada en nosotros con el elemento tiempo. Es una cualidad, una característica, que nos hace desear que los eventos se desarrollen más rápido o que concluyan más pronto. Nos impide vivir el presente.
Deseamos que las personas que nos hablan vayan al grano, que el trabajo se cumpla en un tiempo más corto. “Deseo que pronto amanezca”, nos quejamos durante una noche de insomnio. “Desearía que mis invitados llegaran antes de que la comida se arruine”. En todos estos ejemplos hay un elemento tiempo.
El ego y la importancia personal también generan impaciencia en mí. Ya que soy quien soy, todos deben estar a mi disposición, no deben hacerme esperar, deben cumplir mis deseos
rápidamente. Yo soy el profesor, el médico, el abogado, el profesional, el especialista. Espero que la gente me comprenda y me respete a causa de mi posición, de mi autoridad y de mi
obvia superioridad.
Éste es un tipo de impaciencia. Existe otro tipo más sutil. Se manifiesta como una irritación que veo, pero respecto de la cual no hago nada. De hecho, me gusta y la considero una virtud.
Me siento orgulloso de ser “eficiente”, un “ejecutivo” y un “realizador” de cosas. Disfruto de mi negatividad. Disfruto de ese estado, aun sabiendo lo destructivo que puede llegar a ser.
Como la impaciencia es una emoción, sólo podrá ser comprendida, naturalmente, desde el centro emocional; o, aun de manera más precisa, desde la parte intelectual del centro
emocional. La impaciencia es una manifestación de una emoción negativa. ¿Es útil la impaciencia? No es útil ni para usted ni para el Trabajo.