El Rasgo Principal-Reyner-Ouspenski

EL RASGO PRINCIPAL O FALSO YO
19 enero, 2013 | Categorías: AFORISMOS, AFORISMOS DE CUARTO CAMINO, J.H. REYNER | Tags: AFORISMOS, CONSIDERACIÓN EXTERNA, GURDJIEFF EN ACCIÓN | Deja un comentario

EL YO IMAGINARIO
Gurdjieff en acción

Gurdjiefff

EL YO IMAGINARIO

La humanidad sufre de una perniciosa enfermedad llamada «consideración interna», una enfermedad que es tanto más debilitante cuanto que es insospechada; y es llevada a cabo por las actividades de una persona menos reconocida aún llamada «Yo Imaginario».

Laboramos bajo la ilusión de que nuestro comportamiento está controlado por un ser inteligente que lleva nuestro nombre, y al que llamamos yo; pero en realidad este ser sólo está presente muy raramente, pues nuestras reacciones diarias dependen de patrones de asociación, establecidos por la experiencia, a los que el cerebro se refiere automáticamente. Todo suceso pone en juego un pequeño grupo de asociaciones apropiadas que determinan la respuesta, de modo que nuestro comportamiento es realmente controlado por una sucesión de automatismos. Este es un modo efectivo de enfrentarse a la vida. Permite al cerebro tomar decisiones instantáneas sin un calculo laborioso, y sin tener que recurrir a nosotros. En verdad, nos damos tan poca cuenta de la situación que nos identificamos con estos automatismos, llamándole a cada uno Yo, por turno, aunque a menudo no sean ni inteligentes ni consistentes.

Algunas de las asociaciones adquiridas son objetivas y tienen que ver con la adquisición de conocimientos y habilidades de la vida. Forman la base de la Personalidad. Pero hay muchas más que son puramente subjetivas, y que tienen que ver tan sólo con un ser enteramente imaginario, al que desde una tempranísima edad se le ha llegado a considerar como de importancia suprema: y éstas no sólo son inútiles sino un gran obstáculo.

La ilusión de este precioso ser imaginario, de este yo imaginario, crea toda una hueste de asociaciones espúreas, a partir de las cuales se construye una Personalidad Falsa enteramente ficticia. Si pudiéramos verlo resultaría divertido, pero como estamos tan ciegos esto causa un devastador efecto en nuestro comportamiento. Nos obsesionamos con toda una hueste de exigencias innecesarias e inútiles. Nos preocupa lo que otra gente pueda pensar de nosotros.

Hablando estrictamente es solo este falso ser el preocupado, pero no somos lo bastante inteligentes para verlo en dichos términos. Sería mucho mejor que lo hiciéramos. Pero continuamente me pregunto qué pensará la gente de mí, si me he comportado correctamente, si me he comportado honorablemente. ¿Me aprecia realmente la gente? ¿Me tratan con el respeto que se me debe? Pues, después de todo tengo algunos conocimientos y alguna experiencia, y

espero ser tratado de acuerdo con ello. Así que me resiento si no recibo esta consideración. Puedo no expresarlo exteriormente, pero aun me resentiré interiormente. Cuando un inculto vendedor me llama «patoso, me resiento.

Esta es la Falsa Personalidad en funcionamiento, y le lleva a uno a juzgar constantemente a otra gente y a los sucesos. Los juzgamos enteramente en relación con si son lo que yo quiero (esta cosa imaginaria a la que llamamos «yo», claro está). Colocamos todo sentimiento sobre nosotros en este ser imaginario, y nos identificamos completamente con su comportamiento. Empezamos a

echar cuentas en contra de la gente. Si alguien no se comporta del modo que yo quiero, lo tengo en cuenta contra él, y si continuamente deja de hacer lo que yo quiero la cuenta se hace muy grande, tanto que evitare a esa persona en particular. No quiero conocerla, ni a gente como ella.

(No se me ocurre que quizá ellas me encuentren a mí igualmente objetable.)

Echamos cuentas en contra de situaciones, a veces de hace largo tiempo, como por ejemplo la de haber sido castigados en nuestra juventud por algo que uno no hizo. Echamos cuentas contra el tiempo, por llover, cuando las plantas se hallan muy necesitadas de agua. Echamos cuentas contra el Destino (aunque no le demos las gracias cuando las cosas van bien). Vivimos, de hecho, en un estado constante de consideración interior. Considerar significa sopesar o calibrar información; pero nuestras calibraciones son casi siempre en relación con las

demandas de este ser imaginario -este ser tan importante que ha de ser gratificado. Así que nunca estamos en paz.

Podemos quizá observar algunas de las demandas más obvias de la Falsa Personalidad, pero casi siempre justificándolas. Después de todo, decimos, debemos cuidar de nosotros mismos. O nos excusamos diciendo que es simplemente la máquina, como si esto nos absolviera de responsabilidades.

La consideración interior es una sutil enfermedad que constantemente esta

chupando nuestra fuerza en modos insospechados uno de los cuales es lo que Nicoll llama «cantar nuestras canciones». Hay un continuo trasfondo de demandas hechas por la Falsa Personalidad que reunimos en pequeñas canciones y lamentos de desagrado. Si tan sólo hubiera tenido mejores oportunidades cuando era joven. Si tan solo hubiese podido ir a una Universidad.

Si tan sólo mis padres me hubieran entendido mejor. Si tan solo, en cuanto a eso, otra gente me pudiera entender mejor-pues nadie realmente me entiende, no se dan cuenta de que soy una persona muy tímida y apocada pese a lo fiera que parezca mi fachada.

Esta es una canción. Qué cantéis o no esta canción en particular depende de vuestra decisión, pero todos tenemos nuestras pequeñas canciones favoritas, y solemos cantarlas cuando las cosas de la vida empiezan a ir mal. Cuando tenemos que enfrentarnos a problemas de uno y otro tipo, surge una canción adecuada para que rumiemos nuestro desagrado. Hay otras canciones

que no son tan desesperadas, incluso al contrario. Está la canción que dice que somos siempre dignos de confianza. Si alguien me pide que haga algo, se puede confiar en mí para que lo haga.

Hay canciones que dicen: soy una persona honorable y que no acostumbra a decir mentiras. Podéis hallar vuestros propios ejemplos de alabanzas. Tenemos que empezar a ver gradualmente que son bien falsas, y a menudo descaradamente mentirosas; de modo que tal vez lleguemos a cantarlas con menos vociferación, incluso posiblemente sólo de modo ocasional. Este cantar las canciones es el responsable de gran parte de nuestra relación con la otra gente, pues captamos amigos que responden a nuestra canción particular. De lo que no siempre nos

damos cuenta es de que la otra persona comienza a cansarse un poco de esta canción, y que puede mandarnos a paseo algo violentamente y entonces por supuesto se empiezan a hacer nuevas cuentas, y buscamos alrededor nuestro a alguien más sobre quien proyectar nuestras canciones.

Estas canciones, y la charla interna que las acompaña, tienen que ver principalmente con ciertos aspectos predominantes de la Falsa Personalidad a los que Gurdjieff llamaba el Rasgo Principal.

Esta es claramente una característica individual. Para algunos puede ser el engaño, para otros la ansiedad o el temor. Puede ser la codicia o la envidia, y muchas otras cosas que hemos de descubrir por nosotros mismos, aunque esto no sea fácil pues no somos honestos en nuestras observaciones, y echamos a un lado todo aquello cuyo aspecto nos desagrada. Otra gente puede verlo más fácilmente, ya veces podemos aprender de ella.

El Rasgo Principal, no obstante, no debería ser considerado con asco. Si podemos empezar a verlo, sin criticas o sentimientos de culpabilidad, puede convertirse en el punto de la mayor oportunidad, el lugar en el que nuestros esfuerzos por despertar pueden resultar más efectivos. Hace muchos años escribí al Dr. Nicoll quejándome de un problema. Replico: «¿Por qué recibes todo con un lamento? Yo me alegraría; me alegraría de saber que si aprendes a pagar, trabajando sobre el Rasgo Principal, se te darán cosas durante toda tu vida».

EL “RASGO PRINCIPAL” (por P.D. Ouspensky, extractos de “El Cuarto Camino”).
Cada hombre tiene sus propios rasgos individuales… sus propias debilidades cuando es incapaz de resistir las cosas que ocurren. Estos rasgos o debilidades pueden ser muy simples o muy complicados. Un hombre puede ser capaz de resistirlo todo, excepto la buena comida; otro, todo, excepto la charla, o puede ser perezoso, o demasiado activo. En cierta etapa del “estudio de sí” es importantísimo descubrir el propio “rasgo principal”, lo cual significa la debilidad principal. Las principales debilidades de las personas son muy diferentes, y si podemos resistir algo que otro hombre no puede resistir es porque que ése es su rasgo principal. Esta diferencia en las debilidades nos da la ilusión de que podemos “hacer”. El rasgo principal o la debilidad principal está en la “falsa personalidad”. En algunos casos es posible ver claramente uno, dos o tres rasgos o tendencias, a menudo entrelazados, que entran en todo como un eje en torno del cual gira todo. Este es el rasgo principal. Nuestro Idioma con frecuencia no tiene palabras ni formas para describirlo y sólo se lo puede indicar de un modo indirecto.
Para cada uno es difícil descubrir su rasgo principal, porque uno está en él, y si a uno se lo dicen, habitualmente no lo cree. A veces es útil reunir opiniones de amigos sobre uno mismo, pues esto ayuda a menudo a descubrir los propios rasgos. Es importantísimo averiguar qué crea obstáculos a nuestro trabajo sobre sí. Hasta que uno lo descubre, un rasgo principal significa pérdida constante de energía, de modo que debemos descubrir esta pérdida y detenerla. A veces es tan evidente que es imposible negarlo, pero con la ayuda de los amortiguadores (los “topes”) uno puede olvidarlo nuevamente. He conocido personas que dieron un nombre a su rasgo principal y por algún tiempo lo recordaron, y luego lo olvidaron. Usted cuando lo sienta, lo conocerá. Si sólo se lo dijeron, puede olvidarlo fácilmente. Cuando usted halla muchas manifestaciones de su falsa personalidad, puede hallar su propio rasgo. En la vida corriente, la personalidad cambia constantemente, particularmente si cambian las circunstancias, pero es un cambio mecánico, accidental. A menudo basamos nuestra opinión en excepciones, ya sea que las observemos correcta o equivocadamente. Las excepciones son más fáciles de notar que las reglas. Durante la vida, los rasgos principales si están claramente delineados, siguen sin mayores variaciones. Sin embargo, nuestro conocimiento de nosotros mismos es muy defectuoso. Uno puede observar muchas cosas en la vida y cometer grandes errores, si uno no sabe cómo verificarlos. Generalmente, como dije, es difícil ver el rasgo principal.
Al comienzo, para empezar a trabajar lo que es importante no es el rasgo principal mismo, sino qué es lo que éste produce, y que usted pueda estudiar en la forma de las actitudes. No conocemos nuestras actitudes porque jamás pensamos sobre nosotros del modo correcto. Tenemos demasiadas ideas imaginarias. Lo que debemos estudiar ahora es todos nuestros puntos de vista, las emociones habituales, el modo en que pensamos, lo que inventamos. Estos son todos resultados del rasgo principal o de los rasgos principales, pues puede haber dos o tres rasgos que son los más importantes, no necesariamente uno solo. Al comienzo del trabajo sobre si solo piense acerca de la falsa personalidad; esto es absolutamente suficiente, a los fines prácticos. Porque teóricamente, la falsa personalidad en la mayoría de los casos gira en torno de un eje, y ese eje es el rasgo principal. Si un hombre tiene una gran debilidad, desde un punto de vista es una ventaja, porque si puede vencer este rasgo o debilidad, de una zancada puede lograr muchas cosas.
Es una ventaja cuando las cosas se concentran, juntándose muchas cosas en un solo punto. Entonces, los esfuerzos en este punto producen resultados mejores que si uno trabaja en diferentes puntos. Pero, como ya se ha dicho, el rasgo principal no es siempre definible. A veces, usted puede poner su dedo en él, a veces no; en una persona puede verlo, en otra no. Pero a la falsa personalidad usted puede verla. El rasgo principal es personalidad; es algo sobre lo cual se basa la falsa personalidad; y que entra en todo. La mejor definición del rasgo principal tal vez sea: “eso, que siempre toma decisiones”… En conexión con el rasgo principal, es mejor pensar primero en líneas generales, por ejemplo ¿porqué usted llegó al sistema?… ¿qué quiere del sistema?… A menudo sucede que las personas acuden a las pláticas durante años y olvidan porqué vinieron. Si usted recuerda por qué vino, el sistema puede responder sus preguntas, pero no sin eso. Ahora puede recordar acerca de la mecanicidad; puede olvidar acerca de la agudísima convicción en toda persona de que puede “hacer” y que si no puede hacerlo es porque no pensó en ello o no lo deseó.
Es necesario luchar contra la idea arraigada que podemos hacer, y entender que somos mecánicos, de que estamos dormidos, de que tenemos muchos “yoes”, y todas estas cosas que nos dice el Trabajo. Esto le ayudará a ver la falsa personalidad, pues todas estas cosas nos las atribuimos como ejemplos normales de la imaginación. Y la personalidad imaginaria, o “falsa personalidad”, es el rasgo principal para todos. Hay variedades extrañas y hay variedades clásicas de rasgos principales. Por ejemplo, un rasgo muy común, descrito en muchos lugares del Nuevo Testamento, es cuando vemos las culpas de los demás pero no las propias. Entonces son muy comunes ciertas clases de “auto-conmiseración”. Y también hay curiosas combinaciones para las que a veces es difícil encontrar una definición psicológica. Culpar a los demás puede ser un rasgo principal. ¿Pero en qué se basa?… En la falta de comprensión.
Si usted empieza a observar y estudiar su psicología, descubre que todas las causas están en usted mismo; no puede haber causas fuera de usted. No se acuerda de esto con bastante frecuencia. Una pequeña parte entiende que las causas están en usted, pero la parte mayor continúa acusando a los demás. En el fondo de cada emoción negativa favorita hallará la auto-justificación que la alimenta. Primero debe detenerla en su mente, y luego, después de algún tiempo, será capaz de detenerla también en la emoción. La falta de comprensión es la primera causa, la falta de esfuerzo es la segunda causa. Para algunas personas la pereza es tres cuartas partes de sus vidas o más. A veces, la pereza es muy grande y es el rasgo principal de la falsa personalidad, y entonces todo el resto depende de la pereza y sirve a la pereza. Pero usted debe recordar que hay diferentes clases de pereza. Es necesario hallar estas diferentes clases observándose y observando a los demás. Por ejemplo, hay personas muy ocupadas que siempre están haciendo algo, y sin embargo su mente puede ser perezosa. Esto sucede más a menudo que todo lo demás. La pereza no es sólo desear sentarse y no hacer nada.
Ahora bien, y resumiendo, le puedo decir lo siguiente: “haga siempre algo que no le guste a la falsa personalidad y muy pronto hallará más cosas que a ella no le gustan. Si continúa, ella se irritará cada vez más, y más, y la verá cada vez más claramente, de modo que pronto no habrá problema con eso”. Pero, primero, su lucha deberá basarse en conocer: usted debe conocer sus rasgos, descubrir qué le desagrada en particular. A una falsa personalidad le desagrada una cosa, a otra le desagrada otra. Usted debe tener, en usted mismo, bastante fuerza contra ella. Lamentablemente, no podemos pensar que nuestro rasgo principal sea la fuerza, porque no tenemos fuerza. “El rasgo principal es la debilidad principal. Y esto significa mecanicidad”.
Somos mecánicos en todas las cosas, pero, en una o dos cosas, somos particularmente más mecánicos y particularmente más ciegos; he ahí porqué son las principales debilidades, pues no podemos verlas. Otras cosas, que no son debilidades, podemos verlas. Naturalmente, las cosas respecto a las cuales usted está absolutamente desvalido, en las que está muy dormido, muy ciego, deberán ser sus principales debilidades, porque en todo hay “grados”. Si no hubiera grados en nuestras cualidades y manifestaciones, sería muy difícil estudiar. Podemos estudiarnos sólo debido a estos grados. Ni siquiera los rasgos son siempre los mismos; a veces, se expresan más definidamente, y a veces, en casos raros, se nos muestran un poco, y sólo de ese modo pueden encontrarse. Pero los rasgos son difíciles de ver en uno mismo.
Usted se dará cuenta mejor de lo que significa ser más mecánico y menos mecánico si tomamos otro ejemplo, digamos, la enfermedad. Si estamos enfermos, al punto nos volvemos más mecánicos; no podemos resistir el mundo externo ni siquiera sus cosas tanto como las resistimos corrientemente. Ahora supongamos que uno se dé cuenta de su propia debilidad y desee librarse de ella, y que al mismo tiempo no desee aprender los métodos para librarse de esta debilidad. Esta sería una segunda debilidad, que ayuda y protege a la primera debilidad. En el estado actual en que todo hombre se encuentra, uno mismo es una debilidad, porque no se conoce. Y lo que podemos llamar “voluntad” pertenece a esta característica. Es decir, a veces podemos engañarnos y creer que una mera combinación de ciertos deseos, deseos de librarse de algo sean una real voluntad, que en la practica se disuelve sin llegar a nada. Pero, si usted se da cuenta que algo está mal, y formula un deseo de librarse de eso, y si usted puede mantener su mente sobre eso suficiente tiempo, esto se convierte en cierto plan de acción; y si esta línea de acción es suficientemente prolongada, podrá alcanzar resultados.
Es necesario añadir nuevamente que, para alcanzar resultados, se necesitan varias líneas diferentes de acción, no tan sólo una línea. Tenemos que trabajar al mismo tiempo sobre una cosa, y otra cosa, y una tercera cosa. Si trabajamos sobre una línea sola, no llegaremos a ninguna parte. Mientras sigamos siendo todavía como somos, tenemos que actuar de diferentes maneras. No podrá cambiar de inmediato, el cambio es lento. Pero tiene muchas cosas que hacer, y si las hace de modo equivocado, jamás cambiará. Ser una máquina no es una excusa, aunque la gente acostumbre emplearla: “Soy una máquina, no puedo cambiar nada”, y de esa manera lo hace todo como antes.
Antes que usted llegara al trabajo, todo lo explicaba mediante el accidente. Ahora llega a la conclusión de que mañana será lo mismo que hoy, a menos que usted cambie. No puede cambiar, pero tiene que “hacer”. De modo que es necesario entender sobre qué líneas usted deberá hacer las cosas de diferente manera. Todo el mundo tiene dos o tres cosas particulares con las que está acostumbrado a actuar de cierto modo y con las que deberá tratar de actuar de modo diferente. Estas cosas no son las mismas para distintas personas. ¿Recuerda lo que dice el trabajo sobre el conocimiento y el ser?… La idea es cambiar el ser exactamente en ese punto que es difícil para cada persona. Una persona deberá entender ciertos rasgos y evitarlos, otra deberá entender lo que le falta y tratar de adquirirlo, y así sucesivamente. He aquí por qué es necesaria una “escuela”… Necesitamos el recuerdo constante de muchas cosas.

  1. LA IDEA DEL “RASGO PRINCIPAL”. (por Maurice Nicoll, Great Amwell House, 25 de febrero de 1950).
    Este Trabajo, si se lo aplica correctamente, hace ver gradualmente lo que cada hombre tiene que hacer, que lección debe aprender, que cosa principal en el mismo tiene que comprender y llegar a transformar. Esto es llamado el “Rasgo Principal”. Sin embargo un hombre no puede llegar a la percepción interior de su Rasgo Principal mientras no esté pronto, “atento” para el. Todas sus observaciones y propósitos disgregados en relación con su propio trabajo se combinarán gradualmente y le mostraran que es lo que tiene que combatir y le darán la razón, el sentido y la significancia de su estancia aquí en la tierra. Esto es encontrar el significado de la propia existencia.
    Pero es una lucha inútil empeñarse en encontrar directamente el “Rasgo Principal”. Siempre se ha de trabajar honradamente sobre una u otra cosa que se ha observado y tratar con sinceridad de cambiarla. Muchas veces la gente siente el Trabajo sinceramente, pero nunca piensa en empezar sinceramente en trabajar sobre algo que ha observado en sí mismo. Quiere todo al mismo tiempo, y sin pagar el precio que es necesario pagar. Pero si pone la mayor intención en la forma de una “emoción concreta y activa” para llegar a conocer su Rasgo Principal, y si realmente quiere conocerlo, logrará vislumbres de él.
    Si solo pudiese ver cuán equivocado ha estado en su vida, como ha reaccionado siempre de la misma manera ante ciertas circunstancias. Si de súbito pudiera tener un vislumbre de todo esto, entonces obtendría un propósito que los llevaría inevitablemente al “Rasgo Principal”. Descubriría que es algo que siempre habían conocido y sospechado, pero que nunca se dio cuenta que era esa misma cosa. Quizás lo vea en un instante tan breve como un relámpago, y piense: “Así, era esto en realidad… Siempre lo había conocido, pero no me imaginaba que era la cosa que debía ser cambiada”. Entonces se dará cuenta que si puede cambiar exactamente esta cosa, será capaz de cambiar otras cosas. Después del primer vislumbre, tal vez no pueda verla otra vez por algún tiempo. Luego la verá otra vez. Es el eje a cuyo alrededor gira su personalidad, y es el “eje equivocado”, por eso, a menos que construya algo detrás de su personalidad, no se podrá encontrar a sí mismo. Pero si puede lograr un rastro del verdadero “Yo” para que sostenga el Rasgo Principal, vera lo que hacía que su vida fuera equivocada. Si comprende que en este descubrimiento finca el verdadero significado de la vida para usted, entonces la vida nunca más carecerá de significado.
    En los primeros días en que se llevaba a cabo el Trabajo en Londres se hizo mucho hincapié en el “rasgo principal”. En esa oportunidad se definió al Rasgo Principal como el eje a cuyo alrededor gira todo lo que le sucede a un hombre. El señor Gurdjieff dijo: “El hombre debe trabajar contra el Rasgo Principal con el fin de transformarse.” Cuando le oímos decir esto muchos de nosotros creíamos saber cuál era nuestro Rasgo Principal. Entiéndase que si se capta esta idea nos parece haber adquirido algo muy interesante y valioso. Significa que lo que todos debemos hacer es descubrir nuestro Rasgo Principal y nuestra psicología tal como es, dará lugar a un desarrollo enteramente nuevo. Entenderemos que con el fin de cambiar la Personalidad y la Falsa Personalidad —esto es, la parte de uno mismo adquirida de la vida— no se producirá un real cambio de ser, mientras el “eje principal” siga siendo el mismo. Se nos enseñó que la manera más rápida de lograr que la Personalidad fuera pasiva para que la Esencia pudiera crecer, era descubrir nuestro Rasgo Principal y hacer de la lucha contra él nuestro principal propósito.
    Esta asombrosa idea nos conmovió mucho e hicimos un sinfín de preguntas acerca de cuál era nuestro Rasgo Principal. Cuando el señor Ouspensky enseñaba esta parte del Trabajo, se le hicieron naturalmente muchas preguntas sobre ese particular. Esperábamos que nos dijera cuál era nuestro Rasgo Principal y él siempre nos contestaba lo mismo. Siempre nos decía: “Si le dijese cuál es su rasgo principal, nunca lo creería”, y luego agregaba: “Si alguien le dijera cuál es su Rasgo Principal, le impediría darse cuenta de ello mediante la observación interna”… Y en esas circunstancias, nada cuesta creer que por mucho tiempo se hicieron innumerables preguntas acerca del Rasgo Principal sin la respuesta que esperábamos. Pero esto tenía su razón, si le dicen a uno algo desde fuera sin haber alcanzado la etapa que permita ver la verdad desde dentro, se producirá un impedimento y, de hecho, será un obstáculo en el proceso gradual del Trabajo que nos hace ver “poco a poco” lo que se “es” realmente, donde está en verdad nuestro Rasgo Principal.
    Ahora bien, no se llega a ver el Rasgo Principal por una “auto-observación momentánea”. Quiero decir, no se puede ver el Rasgo Principal por un súbito intento de observarse a sí mismo. Es preciso comprender, como dije anteriormente, que a menos que se vea el Rasgo Principal en uno mismo no se puede obrar contra él, y si alguien nos lo señala hará que sea más difícil darse cuenta de su existencia. Practicar la observación de sí dos o tres veces al día nos procura gradualmente un trasfondo de momentos de mayor conciencia de sí, que los que se hubiesen logrado quedándose dormido día tras día e identificándose con todos los eventos. En otras palabras; “la práctica de la auto-observación no es inmediatamente curativa, pero es capaz de curarnos por su extensión en el tiempo”. Digamos que si una persona ha hecho algo, sea lo que fuere, una y otra vez, y nunca se observó a sí misma, no será capaz de cambiar en sí misma dicha cosa. Pero si la ha observado, aún en el momento de hacerla, durante largo tiempo, establece en ella la “memoria del Trabajo” que por una suerte de acumulación hará que cada vez quiera menos hacer aquello que siempre hizo. Crea así una fuerza curativa que resulta de la auto-observación.
    Entiéndase que hay dos memorias —la memoria ordinaria de una persona dormida que casi siempre se basa en los cargos internos y los estados negativos, y otra memoria que el Trabajo forma en uno mismo y se basa en la auto-observación. Esta memoria más consciente que se extiende a lo largo de los años es la que puede curarnos. Recuerden… la luz puede curamos. La luz significa consciencia. Ordinariamente, vivimos nuestra vida sin que penetre en ella un solo rayo de luz. No tenemos consciencia de lo que hacemos, nos limitamos simplemente a hacerlo una y otra vez.
    Recuerden de qué modo se define la observación de sí. El Trabajo dice que la auto-observación o observación de sí radica en dejar un rayo de luz en nuestras tinieblas interiores. ¿Qué son las tinieblas interiores? Es seguir comportándose tal como lo hacemos sin observar de qué modo se comporta uno, y si es así, se es el Hombre dormido, la Mujer dormida, o el Hombre mecánico, la Mujer mecánica, gobernados por las (48 órdenes de leyes) que obran sobre los habitantes de la tierra. Es decir una persona es arrastrada, no existe, “duerme”, y es una máquina manejada por los aconteceres externos. Hallarse en tal estado es extremadamente insatisfactorio según toda la enseñanza esotérica, incluso la de este Trabajo. Por supuesto, muchas gentes no se dan cuenta que son máquinas. Cada evento las torna negativas. Echan la culpa a la vida, pero no a ellas mismas. Nunca se les ocurre que se puede obrar sobre esos eventos que las inducen a reaccionar tal como lo hacen. Nunca intentan separarse del efecto que aquellos eventos producen sobre ellas.
    Ahora bien, tal como dije, una auto-observación momentánea no cambia una persona, pero si ésta trata sinceramente de observarse a sí misma dos o tres veces al día, aunque esto no pueda modificarla, al menos llegará a tener conciencia de su comportamiento. Este cotidiano obrar sobre sí construye una nueva memoria que es capaz de cambiar a una persona. Empieza por debilitar la reacción inmediata a una situación dada. ¿De qué modo? Porque esta memoria nueva y más consciente que resulta de la luz que penetró en ella hará que le sea difícil comportarse siempre de la misma manera. Sentirá que ese modo de comportarse es rancio, tedioso.
    La idea del Rasgo Principal del Trabajo siempre despertó mi interés. Las gentes hacen siempre la misma cosa día tras día, sumidas en el sueño, y aun así para ellas este comportamiento es siempre fresco, siempre nuevo. Pero si tienen la “memoria-Trabajo” edificada en ellas ya no querrán hacerlo más. ¿No comprenden que algo se vuelve rancio, tedioso, si se sabe que ya se hizo antes y de la misma manera, perdiendo así su atractivo? Lo hemos dicho antes, tan sólo con el desarrollo de esta consciencia en el “Tiempo-cuerpo” se puede llegar a ver el Rasgo Principal. Se empieza, tal como lo dijo el señor Gurdjieff una vez, “a tomar fotografías de la propia vida”, no instantáneas, sino fotografías-tiempo, y se descubre entonces que todo a lo largo de nuestra vida nos hemos comportado de un modo o de otro. Vemos así que siempre hemos sido un fastidio para las otras gentes, que siempre hemos sido difíciles o deshonestos.
    Claro está que el autorretrato que uno se forja es muy diferente. No se es una persona tan mala. Sólo se logrará una fotografía-tiempo cuando el ejercicio diario de la observación de sí nos muestre las cosas que en uno mismo han estado controlando toda nuestra vida. Así nos acercamos al descubrimiento de nuestro Rasgo Principal. ¿Porque sucederá eso? Porque la observación de sí nos trae la luz interior, que es el acrecentamiento de la conciencia. Recuerden que el Trabajo dice que sólo un acrecentamiento de conciencia puede cambiarnos. Por eso lo que alguien nos dice no puede cambiarnos.
    “Nada que esté fuera de nosotros puede cambiarnos, sino tan sólo lo que se ve internamente acerca de sí mismo”