Gurdjieff en acción-Reyner
¿Cómo obtiene la Esencia el alimento que necesita? Ha descendido hasta el nivel de la Tierra, donde se le ha proporcionado un cuerpo físico. Este ultimo es un valioso mecanismo traído a la
existencia y sustentado por una parte de la inteligencia impersonal de la vida orgánica en su conjunto.
Esta proporciona los programas de respuesta ante los estímulos, a los que el cuerpo reacciona automáticamente. Por la presencia de la Esencia dentro del cuerpo permite una programación más significativa por la creación de una mente individual. Su primera tarea es adaptarse al entorno de un modo más intencionado, con este fin el cerebro comienza a formar asociaciones y a reunirlas de tal modo que pueda enfrentarse con éxito a las situaciones de la
vida. Esto constituye la formación de la Personalidad, es una operación preliminar dirigida conscientemente por la mente.
Pero la Esencia se echa a dormir. El comportamiento del cuerpo parece ser suficientemente satisfactorio y deviene automático, sin requerir una atención consciente, en ausencia de la cual el
cerebro no dirigido comienza a formar toda una gama de asociaciones espúreas, asociaciones construidas sobre el amor propio, la codicia, el deseo, la estima de uno mismo, el orgullo, la
vanidad, y criterios similares; y pronto el comportamiento es dominado enteramente por esta Falsa Personalidad. Pero la Esencia es real. ¿Cómo podría derivar algún alimento de las
actividades de la Falsa Personalidad? Son tan irreales, tan inventadas, que son absolutamente inútiles como alimento; y es así que la Esencia pasa hambre.
Afortunadamente, no es abandonada por el Cielo, que se da buena cuenta de sus dificultades. De aquí que proporcione poderosas influencias para recordar a la Esencia cuál es su propósito.
Recordaréis la ilustración del Liber Mutus que muestra a un hombre dormido sobre el suelo y a los ángeles haciendo sonar sus trompetas para perforar su sueño. Si la Esencia escucha estas
llamadas comienza a desarrollar los niveles más profundos de la mente, capaces de proporcionar interpretaciones más significativas de los sucesos.
Todo suceso supone un gasto de energía, usada mecánicamente por la vida pero si la actividad puede llevarse a cabo conscientemente la calidad de la energía cambia, y deviene un alimento aceptable para la Esencia. Durante largo tiempo no somos capaces de entender que es eso de la participación consciente en los sucesos, puesto que creemos que ya somos plenamente
conscientes. En realidad, tenemos muy poquito control sobre los sucesos del día, los cuales disipan la energía que nos es necesaria para los requerimientos cósmicos. Si pudiéramos ver los
sucesos como partes de un esquema en el que estamos participando, comenzaríamos a usar esta
energía para nuestras propias necesidades. A esto se le llama «ir al día», y esta energía ahorrada no sólo nutre a la Esencia, sino que vigoriza los niveles profundos de la mente capaces de crear
incluso una mayor capacidad de conciencia; así que el efecto es acumulativo.