DE LOS PADRES DE LA IGLESIA
1
Se le preguntó a un anciano: «¿Cómo debe ser el monje?». Y contestó: «A mi modesto entender, solo ante el Solo».
2
Preguntaron a un anciano: «¿Por qué tengo miedo cuando voy al desierto?». Y respondió: «Porque vives todavía».
3
A un anciano le preguntaron: «¿Qué hay que hacer para salvarse?». El siguió tejiendo las palmas sin levantar los ojos de su trabajo, y contestó: «Lo que estás viendo».
4
Le preguntaron a un anciano: «¿Qué haces para no estar nunca desanimado?». Y contestó: «Espero la muerte cada día».
5
Uno preguntó a un anciano: «¿Por qué me desanimo continuamente?». Y respondió: «Porque no has visto todavía la meta».
6
Preguntaron a un anciano: «¿Cuál es el trabajo del monje?». Y él contestó: «El discernimiento».
7
Un hermano preguntó a un anciano: «¿De dónde vienen mis tentaciones de impureza?». Y el anciano respondió: «De comer demasiado y de dormir demasiado».
8
Se le preguntó a un anciano: «¿Qué debe hacer un monje?». Y respondió: «Practicar el bien y abstenerse de todo mal».
9
Los ancianos decían: «La oración es el espejo del monje».
10
Decían los ancianos: «No hay nada peor que juzgar».
11
Los ancianos decían: «No hay que hacer jamás ninguna concesión a los pensamientos».
12
Decían los ancianos: «La humildad es la corona del monje».
13
Los ancianos decían: «A todo pensamiento que re venga, dile: “¿Eres de los nuestros, o vienes del enemigo?”. Y ciertamente él lo confesará».
14
Los ancianos decían: «El alma es una fuente: si profundizas se hace más limpia; si arrojas en ella estiércol, se ensucia».
15
Decía un anciano: «Yo creo que Dios no es injusto cuando saca de la prisión o arroja en ella».
16
Un anciano dijo: «El camino de Dios consiste en hacerse violencia en todo».
17
Dijo un anciano: «No empieces a hacer nada sin que antes hayas examinado tu conciencia, para saber si lo que vas a hacer es según Dios».
18
Un anciano decía: «Si un monje ora tan sólo cuando está en pie para la oración, no ora nunca».
19
Dijo un anciano: «He estado luchando durante veinte años contra un pensamiento para ver a todos los hombres como si fueran uno solo».
20
Decía un anciano: «De todas las virtudes la más excelente es la discreción».
21
Uno preguntó a un anciano: «¿Cómo adquiere el alma la humildad?». Y respondió: «Estando atenta tan sólo a sus propias faltas».
22
Decía un anciano: «Lo mismo que el suelo no puede caer más bajo, así también el humilde no puede caer».
23
Decía un anciano: «No he dejado que me reprendan en todo aquello que me ha llamado la atención».
24
Un anciano dijo: «Es vergonzoso para un monje haber dejado sus bienes, haber dejado su patria por el Señor, para ir al fin al infierno».
25
Decía un anciano: «Esta generación no se ocupa del hoy sino del mañana».
26
Un anciano decía: «Nuestro trabajo consiste en hacer arder la leña».
27
Dijo un anciano: «No te dejes enredar por las preocupaciones».
28
Decía un anciano: «La humildad no se enfada, ni enfada a nadie».
29
Dijo también: «Una vida ordenada, en la celda, colma de bienes al monje».
30
Un anciano dijo: «Desgraciado el hombre cuya reputación es mayor que sus obras».
31
Un anciano dijo: «La desenvoltura y la risa se parece al fuego que arde en el cañaveral».
32
Un anciano decía: «El que se hace violencia por Dios es igual a un confesor de la fe».
33
Dijo también: «Cuanto más loco se haga uno por el Señor, tanto más sabio le hará el Señor».
34
Un anciano decía: «Un hombre que tiene siempre ante los ojos la muerte supera siempre la falta de valor».
35
Dijo un anciano: «Esto es lo que Dios examina en el hombre: el pensamiento, la palabra y la obra».
36
Dijo también: «El hombre necesita esto: temer el juicio de Dios, odiar el pecado, amar la virtud y orar continuamente a Dios».
A Él pertenece el honor, la gloria y la soberanía por los siglos de los siglos. Amén.