Acerca del Alma -John Raithel

Acerca del Alma
En muchas grandes enseñanzas, de una forma u otra, se presenta la idea de tres mundos. Estos tres “mundos” pueden llamarse cuerpo, alma y espíritu. El término “cuerpo” en este caso incluye lo que normalmente pensamos es nuestro cuerpo, también nuestras emociones y pensamientos – incluyendo las entradas sensoriales que manejan -. Es quién, qué y cómo somos. Es un milagro, pero tenemos posibilidades mucho mayores, y éstas son nuestra “alma” y nuestro “espíritu”. Y cada uno de éstos es un milagro mucho mayor que el cuerpo.
Prácticamente todo lo que hacemos, lo hacemos con el cuerpo y con lo que estamos más o menos familiarizados. Pero no estamos familiarizados con el alma y no estamos familiarizados con el espíritu. Puede decirse que nos falta el alma, pero no puede decirse que nos falta el espíritu. ¿Cómo nos puede faltar el infinito? Lo qué nos falta es nuestra conexión al infinito, nuestra conexión al espíritu, y esa conexión es el alma.
En algunas enseñanzas, el mundo del alma corresponde a lo que se llama “imaginación” (en el cuarto camino, el término imaginación se refiere a la actividad incontrolada de la mente). Es lo que “imagina” las influencias del espíritu, la inspiración, la presentación del sentido basado en el cuerpo. También puede llamarse el cuerpo astral, el centro emocional superior, el ruah (kaballah), y así sucesivamente. Además los diferentes nombres para el alma entre las diferentes enseñanzas, pueden confundir porque el mismo término usado para el alma puede usarse para nuestra función emocional, así como el espíritu puede tener el mismo o un término similar para nuestra función intelectual. Esta confusión existe porque hay correspondencia entre las emociones y el alma, y entre el intelecto y el espíritu. De hecho, nuestras emociones e intelecto pueden verse como imitaciones, o símbolos, del alma y el espíritu. Un ejemplo de esta confusión de terminología ocurre cuando leemos traducciones de antiguas ideas griegas sobre “Nous”, traducido como Mente o Intelecto. Mejores términos serían Espíritu o Conciencia.
Funciones Básicas Funciones Superiores
Intelecto Mente, “Espíritu”, Nous,
Emociones, “Corazón” Emociones Superiores, “Alma”, Logos
Cuerpo, funciones físicas -movimiento y funciones instintivas Cuerpos Superiores, ej. “astral”, “causal”, etc. (ver Fig. 1 de En busca de lo Milagroso para una similar pero no idéntico esquema de nombramiento ).
Así como el alma imagina al espíritu, así la función emocional nos presenta imágenes en sueños. En último caso, el papel del espíritu es efectuado por la parte intelectual del centro emocional, que parece dibujar las imágenes instintivas, motrices, emocionales e intelectuales para “hablarnos” creativamente. La parte intelectual del centro emocional es nuestro “Shakespeare”, y es capaz de poner mucho significado simbólico en la imagen que actúa en nuestros sueños.
Tradicionalmente, el alma se representa como femenina y el espíritu como masculino. El alma es vista como pasiva o receptiva a una función activa, que pueden ser los deseos del cuerpo por un lado o del espíritu por otro.
Con respecto al alma, en muchas enseñanzas antiguas nos encontramos con la idea de la prostituta y la virgen, y la prostituta que se vuelve virgen. Otra imagen antigua es la idea de la cámara nupcial, o el matrimonio del alma y el espíritu.
Por ejemplo, en el Cristianismo gnóstico, leemos:
Cuando el alma deja a su marido perfecto debido a la traición de Afrodita, quien existe aquí en el acto de procrear, entonces ella sufrirá daño. Pero si ella se lamenta y arrepiente, ella será restituida a su casa.
El marido perfecto del alma es el espíritu. El alma es distraída o seducida por el mundo del cuerpo – “la traición de Afrodita” – pero la posibilidad existe al entender esta situación y “arrepentirse”, al cambiar la atención del alma del cuerpo al espíritu.
En el Evangelio Cristiano de Juan encontramos:
El que beba del agua que yo le daré nunca tendrá sed; el agua que yo le daré será en él un manantial de agua brotando vida eterna.
La mujer le dijo, Señor, dame esa agua, para que no sufra más sed, ni tenga que volver aquí a sacarla.
Jesús le dijo: Anda, busca a tu marido y vuelve acá.
La mujer contestó y dijo, no tengo marido
Jesús le dijo: Es ver¬dad lo que dices que no tienes marido, has tenido cinco maridos; y el que tienes ahora no es tu marido.
La mujer en el pozo es el alma, Jesús es el espíritu, y los “cinco maridos” representan los cinco sentidos, o las cinco funciones inferiores. Jesús, el espíritu, le dice al alma que cambie su atención del cuerpo al espíritu. Las atracciones del cuerpo son representadas como temporales y finalmente insatisfactorias, mientras que con el “agua” del espíritu, uno nunca tendrá sed.
Platón cita a Sócrates diciendo:
¿Y no estábamos diciendo hace tiempo que cuando el alma usa el cuerpo como un instrumento de percepción, es decir, cuándo usa el sentido de la vista o el oído o algún otro sentido (significando que percibir a través del cuerpo es percibir a través de los sentidos), entonces el alma también se arrastra por el cuerpo en la región de lo cambiante, vaga y está desconcertada; el girar del mundo la rodea, y ella está como borracha bajo su influencia?
Pero cuando ella vuelve en sí misma reflexiona; entonces pasa al reino de pureza, eternidad, inmortalidad, e inalterabilidad que son su parentesco, y vive con ellos siempre, cuando es ella misma y sin impedimento; entonces ella deja su camino errante, estando en comunión con lo inmutable es inmutable. ¿Este estado del alma se llama sabiduría?
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El alma puede representarse por el dios romano Jano, el dios con dos caras, mediando entre el mundo del espíritu y el mundo de la sensación corporal:
Una imagen más completa es sugerida en el diseño alquímico mostrado al principio de este ensayo. El pájaro en la cima, sosteniendo su propia cola; es completo, autosuficiente, el espíritu. Los dos pájaros en la base son el alma y el cuerpo. El alma, tocando al espíritu, mira y se conecta al cuerpo. El cuerpo, mira hacia el alma. Esto representaría una relación correcta de los tres mundos en nosotros.
El alma necesita ser alimentada como el cuerpo necesita ser alimentado, la única diferencia es que el alma se alimenta de materias más finas, los hidrógenos superiores. Tomamos y refinamos estas materias a través de la atención dividida, vigilándonos cuando percibimos el mundo a través de nuestros sentidos (mirando conscientemente a través de nuestros ojos). La energía de la atención divide la materia percibida. Ésta es la “división del átomo” para nosotros, la digestión de una cierta energía y su refinamiento consecuente. De hecho, es la división de moléculas en nuestra sangre, “la separación del mar rojo”. Las dos caras de Jano es la atención dividida, el intento por iniciar la actividad del alma.
El recordarse uno mismo es una más completa “acción del alma”: su logro pleno, es la actividad del alma, monitoreando las sensaciones y simultáneamente siendo receptiva al espíritu.
El alma es nuestra herencia -nacemos funcionando adecuadamente con ella, pero la perdemos, nos olvidamos de ella, nos dormimos-. Algo ha salido mal.
Nuestra atención, que es la misma materia del alma, se aparta del alma por nuestras identificaciones. Si nos identificamos con materias externas o internas, sufrimos un desequilibrio y pérdida de la esencia de la atención a menos que estemos dividiendo nuestra atención, equilibrando el trabajo de los centros por el intento consciente, la actividad de alma.
Con el gráfico anterior, intento mostrar algo sobre el desequilibrio de los centros cuando nos identificamos. Las flechas son como un vector en física, mostrando dirección y fuerza, en este caso la dirección y fuerza de la Atención. El diagrama es simple, sin embargo puede ser desencaminando si lo tomamos demasiado literalmente. El objeto de nuestra atención no es tan importante como si estamos o no conscientes de nosotros mismos observándolo. Por ejemplo, podemos haber dividido la atención en funciones completamente internas, como observar nuestros centros emocionales e instintivos simultáneamente. Similarmente, podemos dividir nuestra atención entre lo externo, mientras mantenemos simultáneamente conocimiento de nuestro oído y vista. Y, en los momentos más altos de conciencia, podemos ser conscientes de todo esto y más. Incluso mantener el conocimiento de nosotros escuchando música, requiere la atención dividida, sino perdemos el conocimiento de nosotros mismos a menos que lo supervisamos continuamente. Esto requiere un acto de voluntad, y la voluntad pertenece al alma.
Puede ser que el lenguaje originalmente derive de la comunicación en imágenes del espíritu al alma, un proceso propiamente llamado inspiración. Las palabras son símbolos, hemos visto cómo los símbolos median entre el mundo del espíritu y el mundo de los sentidos. El ejemplo clásico de tal lenguaje es la sagrada escritura, por ejemplo, el Corán del Islam y la Tora del Judaísmo son vistos como la palabra de Dios. Tales textos se estudian a muchos niveles incluyendo la interpretación literal, y se cree que siempre el estudio más profundo lleva siempre a significados más profundos. Para abreviar, el idioma es simbólico, por encima del hecho de la naturaleza simbólica de idioma. Un ejemplo de tal interpretación o “exégesis” de escritura se da en la exposición anterior de la mujer en el pozo en el Evangelio de Juan.
El alma y el centro emocional presentan símbolos, o formas que representan algo más. El mundo del espíritu puede verse simbólicamente por el alma a través de las formas del mundo. Esto es cuando el mundo deviene con significado vivo, cada cosa representa algo más profundo, su causa “final” en el sentido Aristotélico.
El Eneagrama es un símbolo que imagina tres mundos: el círculo es el cuerpo; la circulación interna del eneagrama, la red de la figura, muestra la circulación de la sangre; y el triángulo es el sistema nervioso.
Referente al cuerpo, alma y espíritu, el círculo es el cuerpo, la red es “el camino del alma” (como lo denominó Rodney Collin), y el triángulo es el espíritu.
El sistema nervioso habla a nuestro cuerpo a través de las secreciones de las glándulas endocrinas en nuestra sangre. Tendemos a ser más conscientes de ello cuando las hormonas en cuestión son tan obvias como la testosterona o la adrenalina, y menos conscientes de secreciones más sutiles como las de la pituitaria anterior que controla otras secreciones. La pituitaria anterior es controlada a su vez por el sistema nervioso, estando en contacto inmediato con el hipotálamo, una porción del cerebro humano. El funcionamiento equilibrado requiere del control intencional del sistema nervioso, y por consiguiente lleva al control del sistema endocrino. Este proceso de adquirir control de los contenidos del torrente sanguíneo por causa de la conducta es análogo al control del alma por el espíritu.
Podemos mirar “cosmogónicamente” tres mundos, respecto a la creación. Tomemos el inicio del Evangelio de Juan:
En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios. La misma estaba con Dios al principio. Todas las cosas fueron hechas por ella, y sin ella nada fue hecho.
Aquí tenemos los tres mundos: el mundo del espíritu (Dios), el mundo del cuerpo (las cosas), y el mundo del alma (la Palabra). Cuando vemos la creación como Dios, la Palabra, las cosas -(el espíritu, el alma, la materia)- , podemos ver cómo aparece la idea de “maya”. El mundo medio, el mundo del alma, representa el mundo del espíritu a través de las imágenes. En la escala de la creación, estas imágenes son el mundo que vemos.
“Todas las cosas son metáforas”.
Goethe
Vistas las cosas como la Palabra viviente, las imágenes son ventanas al espíritu. Vistas las cosas como existentes en sí mismas, las imágenes son materia muerta.
Una de las características del mundo del espíritu es el significado, y el significado es comunicado por imágenes: imágenes que podemos asimilar para mejor o peor, hasta que podamos ver directamente el mundo del espíritu.
Ahora. Para volver a las ideas prácticas del Cuarto Camino. El espíritu es el centro intelectual superior (“este sistema viene de la mente superior”), el alma es superior al centro emocional, y el cuerpo es nuestro estado ordinario. Para crecer espiritualmente, necesitamos tener un alma que transmita el espíritu, y necesitamos poder entender las imágenes que se transmiten. Nuestra alma es el eslabón perdido en la evolución consciente.
“Está escrito: el primer hombre Adán fue hecho alma viviente; el último Adán fue hecho espíritu vivificante”.
1 Corintios 15, 45
Según algunos, no tenemos un alma y tenemos que crear una. Otros dicen que tenemos un alma pero está dormida, o naciente. Sin tomar posición, tenemos que saber qué es “Hacer”. Las personas con un conocimiento superficial del Cuarto Camino dicen “no podemos
Hacer”. Mientras que esto es verdad con respecto a muchas de las habilidades que nos atribuimos, la idea entera del Cuarto Camino es encontrar exactamente aquellas áreas en las que podemos “hacer”, y trabajar en ellas.
El trabajo del cuarto camino es precisamente activar el alma. El alma requiere materias y energías más finas que son producidas de los mismos alimentos que nuestro cuerpo requiere. Necesitamos producir más de estas materias y reducir la pérdida de las que producimos. Esta práctica de refinar e incrementar las materias algunas veces se llama “alquimia”.
Todas las ideas prácticas del Cuarto Camino son alquimia práctica. Intentamos recordarnos a nosotros mismos, considerar externamente, observarnos a nosotros mismos, buscar razones para no expresar emociones negativas, luchar contra la identificación, y así sucesivamente, para aumentar y conservar los “hidrógenos” más finos.
Si podemos aumentar nuestras energías más finas, empezamos a vivificar nuestra alma. Éste naturalmente es un proceso incómodo, al menos hasta que estemos hartos de trabajar equivocadamente en funciones como somos habitualmente, pero esta incomodidad es la fricción que produce la misma energía que nos permite ver el mal trabajo y esforzarnos contra él.
Y éstas en verdad son las pruebas, que las sagradas historias dicen que Hércules sufrió y cualquier otro héroe que valientemente se esfuerza por la libertad, hasta que ellos tengan éxito levantando al espíritu [el alma] a una altura dónde las manos de la naturaleza no pueden alcanzarlo.
On Visions, Synesius [Mead translation]
Necesitamos vibrar a una frecuencia muy superior para resonar con las influencias superiores. Una frecuencia superior de vibración cambia las funciones inferiores en una armonía, como un máximo común divisor en la aritmética puede relacionar números diferentes. Esta frecuencia superior de vibración es nada menos que la vida interior, y es la diferencia principal entre las personas en la Tierra. Separa lo vivo de lo muerto.
“Quizás nuestro error es que queremos paz en el lugar equivocado. Las personas preguntan por paz en sus almas, ellas deben pedir agitación en sus almas, para que puedan encontrar paz real en sus espíritus”.
The Theory of Conscious Harmony, Rodney Collin
La tradición neoplatónica enfatiza que el alma se caracteriza por el movimiento. El espíritu es eterno, el movimiento no se aplica; el cuerpo es esencialmente inerte, sólo animado por el alma. El alma es movida por uno de dos modos. En uno, el alma se mueve por lo externo, sin control; nosotros reaccionamos como máquinas; en este caso el alma es manipulada, usada, y tal condición corresponde a la de “prostituta” de ciertas enseñanzas. Pero en el segundo caso, el alma es la automotivada, el alma controla y sostiene su propio movimiento; es controlada por nuestra voluntad; es “la virgen”. (Estos dos movimientos del alma pueden expresarse de otra manera por las dos “grandes tríadas” en mi ensayo en Los Seis Procesos.
Con el conocimiento de la tradición neoplatónica, entonces, podemos resolver una clara contradicción en la enseñanza del Cuarto Camino en la que a veces se dice que el alma está dormida, en otros momentos se dice que no existe. El alma está dormida en el sentido que no está queriendo; no existe en el sentido que el verdadero movimiento del alma, el automovimiento, le está faltando. Los dos movimientos del alma están en direcciones opuestas, y el cambio en la dirección del movimiento del alma, de accidental a voluntario, es denominado “metanoia” en griego, o “arrepentimiento” en el Cristianismo esotérico.
Trabajamos directamente creando o energizando nuestra alma con nuestro sistema nervioso. Por un acto de voluntad, resistimos a las fuerzas externas que hacen lo que quieren con nuestra alma y a cambio intentamos querer un nuevo, intencional, movimiento. Llamamos a esto “intentando auto-recordarnos”. Este esfuerzo introduce la conciencia en nuestro funcionamiento. Recuerde que la conciencia varía de tres modos: frecuencia, duración y profundidad. La frecuencia es cuan a menudo intentamos recordarnos, la duración es por cuánto tiempo podemos mantenernos auto-recordando, y la profundidad es la penetración de este conocimiento, hasta que punto nosotros somos conscientes de nosotros mismos en nuestros ambientes. En la conciencia superior, estas tres variaciones se unen para volverse un estado autosostenido. Tenemos la información necesaria para empezar el trabajo en nuestras almas.
John Raithel