LA ESCALA DEL HOMBRE -MICHEL CONGE
Hombre, yo vengo del mundo 6. Yo vengo del mundo de las estrellas . Volvamos a ese curioso cálculo que ya ha sido propuesto. 48-3=24.
Si tú te liberas de la mitad de las leyes: 24, si tú te liberas aún de la mitad: 12; si tú te liberas de nuevo de la mitad: 6; No se dice más. Es mi punto de origen, mi punto de Retorno. Por esto las religiones hablan de una caída o de un descenso. No es un castigo, es una caída, ¡sí!… ¡Pero es una suerte inesperada!
No olvides nunca lo que está dicho en otros textos de las Escrituras, de las tradiciones: Los ángeles, ellos mismos, si quieren evolucionar, deben tomar la forma del hombre. No hay otra posibilidad. Entonces, a primera vista, es una bajada, es una encarnación en la materia pesada, para transmutar y al mismo tiempo, servimos un designio, realizamos nuestro rol. Es necesario que lo que está abajo entre en combinación con lo que está arriba, esto no puede quedar aislado, es una ley de justicia. Son intercambios recíprocos, si lo preferís, relaciones de ayuda mutua.
Entonces, será una alegría si yo comienzo a comprender el verdadero sentido de esta frase: “Yo vengo del Mundo de las estrellas y soy llamado para regresar” Porque yo he consentido este descenso, y es necesario que lo consienta todo el tiempo, que esto sea verdaderamente mi trabajo, quizás incluso yo haya servido a la Tríada primordial, es decir, al Único y tentado de aproximarme al Absoluto, de formar parte de ese Mundo Único.
Pero no podré – en el punto de partida del Mundo 6 – formar parte de la Tríada primordial si no hubiera sufrido esta
transformación. Es solo en el Retorno donde existe esta posibilidad. Comprendemos un poco el sentido de lo que se dice en “Belcebú”, este retorno al planeta Karataz, tras una larga lucha, todos estos errores, estas faltas, esta transformación y el Retorno, al fin, hacia la verdadera Patria. Porque mi Patria, está Arriba. Aquí, está el terreno para ser trabajado y es necesario que yo concurra a ese Trabajo, no puedo permanecer pasivo.
Tranquilízate, no puedes transgredir ninguna ley divina, es rigurosamente imposible. Si aparece la remontada a contra corriente, es porque esto es deseado.
No puede ser de otro modo. En los momentos en que me sobreviene una duda, no tengo más que mirar cómo me comporto habitualmente, mecánicamente, entonces, tengo miedo de esta actitud. Es, dejándome llevar de la suerte cuando yo me sitúo realmente en contra, que soy rebelde, mientras que remontando, yo no soy rebelde, yo soy el que se recuerda.
Intenta comprender esto: Para las formas eserales que han sido creadas completas – el Cosmos, por ejemplo -, la mecanicidad es la obediencia a lo ordenado y para los seres que han sido creados inacabados, a fin de llevar ellos mismos la mecanicidad, la mecanicidad es la desobediencia a la orden. Esto cambia el problema.
Se dice, en numerosas tradiciones – en el cristianismo no se dice el Absoluto, sino Dios -, que Dios sufre. ¿Cuál es el principio que ha querido y permitido al mundo que dios sufra a través de mí y en mí? Estas condiciones terribles, son necesarias, ineluctables, inevitables. Es necesario que todo el conjunto funcione porque es una máquina, es una condición por un gesto que hasta el presente se nos escapa, pero del cual tenemos un vago presentimiento. Hay al mismo tiempo este rastro de consciencia que hoy se encuentra en condiciones difíciles, pero posibles. Quizás no esté claro para todos lo que digo, pero para cada uno de nosotros este rastro de consciencia… ¿qué es lo que yo hago?, ¿cómo respondo? Me inquieto un poco porque se habla, se me avisa que quizás me vaya a encontrar en condiciones dramáticas después de mi muerte… y después en el momento en el que hago un ejercicio que traería, por fin, una posibilidad, yo sueño, estoy en la Luna… ¡y eso no me hace crujir los dientes! Si no respondo, si este rastro de consciencia que es lo esencial para mí, no se agita y no lucha, entonces… entonces… sirve a otra cosa.
Ella sirve, pero yo me encuentro encadenado en una secuencia que es cada vez más difícil.