Conocer más allá de lo conocido:
el corazón de la tradición hermética
Publicado en inglés en Parabola en la primavera del año 1997
Peter Kingsley
En el corazón de la tradición hermética yace la necesidad de un cierto tipo de sabiduría: gnosis o conocimiento de la divinidad. Esto es algo enteramente distinto de las formas de conocimiento formal, que nos separan y distancian de lo que creemos saber. Sin embargo, según la enseñanza hermética, esta sabiduría no es un “plus” o algo extra que podamos añadir a nuestras mentes cuando queramos. Lejos de ello: sin esa sabiduría en particular no somos ni hombres ni mujeres en el verdadero sentido de la palabra. Este conocimiento tiene que ver con el núcleo de nuestra existencia y esa es la razón de que sea intensamente íntimo. Esa es también la razón de que el proceso de descubrirlo sea tan profundamente inquietante, porque nos fuerza a confrontar el núcleo de [absoluto] silencio de nuestro ser. Este saber nunca puede ser definido en términos de conocimiento tradicional. No es posible definir lo nuevo en términos de lo viejo, ni algo tan íntimo en el modo objetivo normal. Tanto la tradición hermética como el pitagorismo utilizaron frecuentemente “la indirecta” [la pista] en la enseñanza: no porque ellos quisiesen dejar al estudiante confundido, sino porque esa es la mejor forma en que se puede enseñar. Aquellos que son serios, aprenden a seguir las pistas, las indirectas. Otros las pasaron por alto; y como consecuencia tenemos los problemas que surgieron en la comprensión de estas tradiciones.
La enseñanza hermética—la enseñanza atribuida al divino profeta Hermes Trismegisto—fue escrita hace unos dos mil años en Egipto, por gente que hablaba griego. Los estudiosos occidentales consiguieron descartarla, considerándola una filosofía de segundo nivel, carente de verdadero valor, llena de inconsistencias y contradicciones. Y aquellos que simpatizan [con estas enseñanzas] hacen de la “doctrina” hermética un gran plan que pasa por alto la dimensión humana. De hecho los escritos herméticos son inconsistentes y se contradicen a sí mismos. Algunas veces el mundo es visto como bueno, compenetrado de la presencia de Dios y prueba viviente de la existencia divina. En otros momentos, es visto como básicamente defectuoso o imperfecto: como un lugar que se debe rechazar y abandonar para conseguir una existencia más plena, más auténtica.
Si observamos detenidamente, vemos que las contradicciones tienen sentido. Cuando la gente era introducida por primera vez a un círculo cuyas enseñanzas se basaban en los textos herméticos, se les alentaba a que buscasen la divinidad en el mundo al que estaban acostumbrados. Pero a medida que su fortaleza interior y experiencia aumentaba, ellos eran guiados a enfocarse en la realidad divina en sí, y a abandonar el apego a un mundo que era percibido como cada vez más imperfecto. Exactamente del mismo modo, en un estadio de la enseñanza se podía trabajar sobre el universo o sobre astrología, para que en otro estadio esto fuese dejado de lado por ya no ser pertinente a las necesidades del individuo: como si frenara a la persona, atrapándola en el amor al conocimiento por el conocimiento mismo, cuando el tiempo ha llegado de cambiar—de avanzar a un conocimiento más allá del que uno ya conoce.
En los escritos herméticos queda claro este proceso. Hay un lugar, por ejemplo, donde un estudiante le recuerda a su maestro que una vez él le había prometido pasarle la última enseñanza que quedaba “cuando estuviese preparado a ser un extraño para el mundo”. (1) El alumno continúa diciendo: “Ahora estoy listo, porque me hecho hombre al fortalecerme contra la ilusión del mundo”. Las ideas básicas de preparación y adecuación están aquí—el principio esotérico de que lo que se enseñe tiene que ser adaptado al nivel de entendimiento de la persona en cuestión. Y se debe recordar que, en los antiguos misterios griegos, la transmisión de conocimiento era en un estadio muy preliminar: sólo el segundo de los cinco niveles, inmediatamente después del estadio inicial de purificación. Era un estadio que se suponía conduciría rápidamente al tercer nivel—el nivel de percepción inmediata, dónde “no queda nada por aprender.” (2)
Hay muchos otros aspectos respecto a la cuestión de la contradicción. Hablando teóricamente uno podría decir que es el único camino para apuntar a la divinidad que está más allá de las limitaciones de la lógica y la razón humana. Pero eso es tan sólo una teoría. En la práctica, la contradicción podía también ser usada para confundir, provocar y forzar a uno a volverse hacia adentro, hacia sí, como algo preliminar antes de ser lanzado hacia una dimensión del saber totalmente nueva. La contradicción actuaba como los acertijos o enigmas usados en el pitagorismo antiguo, como un instrumento para mantener la atención del alumno: enseñanzas particulares dadas al alumno para forzarlo a focalizar toda su atención en un problema en vez de que escuche pasivamente. La energía generada al trabajar sobre el acertijo transformaba al alumno. Este proceso era una iniciación en sí misma. El costo de hallar la respuesta era caro: la pérdida de las antiguas creencias de uno, la dolorosa conmoción emocional y transformación de uno mismo. (3)
La forma en que trabaja este proceso en la tradición hermética está claramente expuesta en el pasaje mencionado anteriormente. La escena comienza cuando el discípulo se queja de que, en los estadios iniciales de la enseñanza, su maestro nunca había sido claro sobre las grandes verdades sino que había estado hablando en acertijos. Ahora, él insiste, es hora de la gran revelación.
Pero la revelación no llega. En cambio, el maestro habla más enigmáticamente que nunca. El discípulo comienza a quejarse aún más desesperadamente, pero frente a todas las quejas y enojosa frustración, el maestro repite que “este asunto no se enseña”. Cuando el discípulo dice que se siente tan desorientado que ya no sabe ni donde está parado, el maestro contesta lacónicamente: “¡Si fuese tan sólo eso!” El maestro entonces lo lleva a tal confusión, que el discípulo termina diciendo: “Ahora realmente me has vuelto loco. Yo pensaba que por medio de ti me volvería sabio, pero todo lo que ha sucedido es que mi conciencia está completamente bloqueada.” Es cuando el discípulo admite su impotencia, que el maestro le explica: “[Hasta] ahora has entendido todo mal. En el nivel de los sentidos, sí, tú eres impotente. Pero lo que tienes que hacer”, él dice, “es atraer hacia ti lo que necesitas desde una dimensión totalmente diferente—una dimensión más allá de las palabras y una dimensión de absoluto silencio.”
El discípulo quiere entender desesperadamente: encontrar consistencia, entendimiento teórico. Pero su intelecto está frustrado, arrasado, evocado únicamente para ser empujado al límite de la extinción—hasta que el saber comienza a llegar enteramente desde un nivel diferente. Ese otro nivel es lo que el alumno había estado buscando todo el tiempo. A no ser que deseemos de algún modo este saber o que experimentemos una profunda insatisfacción con las cosas como son, la dinámica del proceso de enseñanza está obligada a permanecer completamente desconocida.
Desde un punto de vista místico, la explicación sobre la confusión y la frustración—y la descripción detallada de sentirse “totalmente bloqueado”—es perfectamente correcta. Estos son los estadios esenciales del cambio de una dimensión de la percepción a otra. Uno debe confrontar una pared de ladrillo antes de poder traspasarla. A esto se refiere el término “constipación espiritual” que inevitablemente precede a un salto hacia adelante en la percepción.” (4)
El núcleo de la tradición hermética estaba en la relación con el maestro. El famoso “renacimiento” del hermetismo durante el Renacimiento italiano fue un resurgimiento de los planes intelectuales e ideas inspiradoras, más que de su núcleo central. revival of intellectual schemes and inspiring ideas, rather than of its heart.
Los textos herméticos a menudo dan importantes indicaciones sobre el proceso de [transmisión de la] enseñanza: sobre las responsabilidades del maestro y sobre las responsabilidades del alumno. Los indicios muestran que la relación con el maestro era muy diferente de la relación con alguna figura sabia de autoridad.
Uno de estos escritos fue encontrado durante alrededor de 1940 en el sur de Egipto, entre los textos gnósticos descubiertos cerca de Nag Hammadi. (5) Es un escrito muy preciso.
En el se dice. “Hijo mío, tu trabajo es entender; mi trabajo es ser capaz de transmitir las palabras que manan desde la fuente que fluye dentro de mí.”
En otras palabras, no es tan sólo el hecho de que el discípulo comprenda la verdad que se le está diciendo. El maestro también necesita captar algo y continuar captándolo. Él no tiene un conocimiento fijo, sino que necesita descubrirlo de nuevo, en cada momento. El trabajo del discípulo es aprender a compartir este proceso, a desarrollar la misma percepción. Como se cita en otro texto hermético:
Hijo mío, aquel que escucha debe percibir lo mismo que el que habla, compartir su conocimiento; debe respirar junto con él, compartir el mismo espíritu, su oído debe ser más agudo que la voz de quien habla.
Cada instrucción aquí es una enseñanza completa en sí misma. La idea de “respirar juntos” con el maestro ( sympneein ) reaparece expresada del mismo modo en el sufismo persa, donde la intimidad de la relación entre maestro y discípulo es descrita como ” ser del mismo aliento” ( ham-dam ). La coincidencia no es sorprendente: podemos rastrear los caminos por los que la tradición hermética de Egipto pasaron por el mundo islámico y llegaron al sufismo persa. (6)
También hay una enseñanza que aparece cerca del comienzo del texto hermético conocido como Asclepius. Da la llave a la compresión no tan sólo sobre lo que el conocimiento era para los escritores de los textos herméticos, sino también sobre cómo se componían los textos mismos.
En ella se lee. “Ahora estáte completamente presente, dame toda tu atención, con toda la comprensión de la que seas capaz, con toda la sutileza que puedas tener. Porque la enseñanza sobre la divinidad requiere una concentración divina de conciencia si es que ha de entenderse. Es como un río torrencial, desplomándose de cabeza desde las alturas tan violentamente que con su rapidez y velocidad despoja la atención no sólo de quien está escuchando sino también de quien está hablando.”
Y continúa diciendo: “El conocimiento se mueve tan rápidamente que tienes que ser igual de rápido que este, si es que has de mantener el ritmo. No se puede parar. Tienes que continuar moviéndote, dejando lo que sabías atrás, de lo contrario eso te frenará.”
La verdad fluye tan rápidamente que todo lo que piensas que sabes no es la verdad, porque el conocimiento es demasiado lento. Y eso se aplica especialmente al maestro.
El verdadero conocimiento demanda una percepción enormemente sutil. Debemos estar equilibrados y vacíos, escuchando y mirando. El conocimiento continúa manando. Es invisible, no porque esté “en algún otro lugar”, como se nos ha hecho creer, sino porque su veloz fluidez es lo que de hecho crea todo lo que vemos. El único modo que podemos percibir es a través de una atención total, estando completamente presente como demanda el escrito. Y aun así no nos pertenece. Fluye, continúa moviéndose siempre—como la tradición hermética misma.
La imagen de un torrente violento también sugiere algo diferente. Pensamos que la vida espiritual es belleza y paz y escape de la violencia. Pero la verdad también es violenta. De hecho es la única violencia que existe. El único poder que existe es el poder de ese torrente, porque crea el mundo de los sentidos. El poder mismo que usamos para poner un pie delante de otro viene desde atrás de nuestros sentidos. Lo que llamamos violencia es lo que sucede cuando nos fijamos a ideas y el poder violento de la realidad se bloquea. Finalmente no hay nada “de otro mundo” en esto. Es intensamente práctico.
El rol del maestro es ayudar al discípulo a acelerarse. Pero hasta que esto se ha logrado, el discípulo no es capaz de entender lo que el maestro es. Es por eso que el alumno tiene que ser llevado casi a la locura para que pueda comenzar a verse como realmente es. Como el maestro trata de explicar:
No soy lo que era; yo he nacido a la conciencia. Este asunto no se enseña y no puede ser enseñado por medio de este cuerpo inventado nuestro, que nos da el sentido de la vista. Mi forma original ya no me preocupa de ningún modo. Ahora soy incoloro; ya no puedo ser tocado; ya no puedo ser medido, soy diferente de todo eso. Ahora, hijo, tú me ves con tus ojos. Sin embargo, mientras mires mi cuerpo y mi apariencia, tú no percibes lo que soy, porque no puedo ser visto con esos ojos.
El maestro hermético podía ser despiadado y cruel: aspectos que preferiríamos olvidar. Sin embargo, la mayoría de los textos herméticos terminan con canciones de devoción y alabanza, al igual que la voz que habla a través del maestro en el Asclepius es la voz del Amor. Esta fue una tradición que se ocupó de la transformación, y para transformarse hay que pagar un precio. En este caso, el precio es dejar de ser niños y convertirnos en verdaderos hombres y mujeres.
Los Amortiguadores Libro Cuarto Camino Ouspensky.
La conciencia puede ser muy fuerte y definida. Pero en la mayoria de los casos, esta dormida porque , como la mayoria de la gente está dormida en ella todo esta dormido. De modo que la conciencia debe ser despertada. Debemos aprender a entender la verdad emocionalmente en ciertos casos, y podemos hacer esto solo no teniendo miedo a enfrentar en nosotros mismos las contradicciones. Tenemos en nosotros aparatos especiales que nos impiden ver estas contradicciones. Estos aparatos se llaman amortiguadores.
Los amortiguadores son dispositivos especiales, o un crecimiento especial si lo deseas, que nos impide ver la verdad sobre nosotros y sobre las cosas. Los amortiguadores nos dividen en una suerte de compartimientos a prueba de pensamientos. Podemos tener muchos deseos, intenciones y objetivos contradictorios, y no vemos que son contradictorios porque los amortiguadores están entre ellos y nos impiden mirar de un comportamientoal otro. Cuando ud. esta en un comportamiento. piensa que este es todo, luego pasa al otro comportamiento y piensa que este es todo. Estos aparatos se llaman amortiguadores porque, como un vagón ferroviario, disminuyen los choques.
Pero en relacion con la máquina humana son más todavia: hacen imposible ver, de modo que tambien son anteojeras. Las personas con amortiguadores realmente fuertes nunca ven; pero si vieran cuan contradictorias son, serían incapaces de moverse, porque no confiarian en si mismas. He aqui porque los amortiguadores son necesarios en la vida mecánica. Tales casos extremos significan desarrollo equivocado, pero incluso en las personas corrientes, en una u otra linea hay siempre amortiguadores profundamente escondidos.
P. Cuando uno reconoce en si a un amortiguador, ¿Puede hacer algo para liberarse de él?
R. Primero, debemos verlo; antes de verlo, nada puede hacerse. Y si puede hacer algo luego de haberlo visto, eso depende del tamaño del amortiguador y de muchas otras cosas. A veces es necesario tomar un martillo y romperlo; y a veces desaparece si se le arroja luz, pues los amortiguadores no gustan de la luz. Cuando los amortiguadores empiezan a desaparecer y se vuelven menos fuertes, la conciencia empieza a manifestarse. En la vida corriente, aquella es sujetada por los amortiguadores.
De modo que la conciencia debe ser despertada. Debemos aprender a entender la verdad emocionalmente en ciertos casos, y podemos haceresto sólo no teniendo miedo de enfrentar en nosotros las contradicciones. Tenemos en nosotros aparatos especiales que nos impiden ver estas contradicciones. Estos aparatos se llaman amortiguadores. Los amortiguadores son dispositivos especiales, o un crecimiento especial si lo desea, que nos impide ver la verdad sobre nosotros y sobre las cosas. Los amortiguadores nos dividen en una suerte de compartimientos a prueba de pensamientos. Podemos tener muchos deseos, intenciones y objetivos contradictorios, y no vemos que son contradictorios porque los amortiguadores están entre ellos y nos impiden mirar de un compartimiento al otro. Cuando usted está en un compartimiento, piensa que éste es todo, luego pasa al otro compartimiento y piensa que éste es todo.
Estos aparatos se llaman amortiguadores porque, como en un vagón ferroviario, disminuyen los choques. Pero en relación con la máquina humana son más todavía: hacen imposible ver, de modo que también son anteojeras. Las personas con amortiguadores realmente fuertes nunca ven; pero Si vieran cuan contradictorias son, serían incapaces de moverse, porque no confiarían en sí mismas. He aquí porqué los amortiguadores son necesarios en la vida mecánica. Tales casos extremos significan desarrollo equivocado, pero incluso en las personas corrientes, en una u otra línea hay siempre amortiguadores profundamente escondidos.
P. Cuando uno reconoce en sí a un amortiguador, ¿puede hacer algo para librarse de él?
R. Primero, debemos verlo; antes de verlo, nada puede hacerse. Y si puede hacer algo luego de haberlo visto, eso depende del tamaño del amortiguador y de muchas otras cosas. A veces es necesario tomar un martillo y romperlo; y a veces desaparece si le arroja luz, pues los amortiguadores no gustan de la luz. Cuando los amortiguadores empiezan a desaparecer y se vuelven menos fuertes, la conciencia empieza a manifestarse. En la vida corriente, aquélla es sujetada por los amortiguadores.
P. ¿Podría explicar un poco más qué quiere decir con amortiguadores?
R. Los amortiguadores son muy difíciles de describir o definir. Como dije. son una suerte de particiones en nosotros que nos impiden observarnos. Usted puede tener actitudes emocionales diferentes (ellas se refieren siempre a las actitudes emocionales) hacia la misma cosa por la mañana, al mediodía y por la noche, sin advertirlo. O en cierto conjunto de circunstancias, usted tiene una clase de opiniones, y en otras circunstancias otra clase de opiniones, y los amortiguadores son paredes que están entre ellas. Por lo general, cada amortiguador se basa en alguna clase de presunción equivocada acerca de uno mismo, acerca de las propias capacidades, de los propios poderes, inclinaciones, conocimiento, ser, consciencia, etc. Difieren de las ideas equivocadas corrientes porque son permanentes; en circunstancias dadas uno siempre siente y ve la misma cosa; y usted deberá entender que en el hombre nº 1, nº 2 y nº 3 nada debe ser permanente. La única posibilidad que tiene de cambiar es que en él no hay nada permanente. Las opiniones, los prejuicios, las ideas preconcebidas no son amortiguadores todavía, pero cuando se tornan muy firmes, y siempre los mismos, y siempre tienen la misma artimaña de ocultar las cosas de nuestra vista, se convierten en amortiguadores. Si las personas tienen alguna clase de actitud equivocada constante, basada en información equivocada, trabajo equivocado de los centros,emoción negativa, si siempre usan la misma clase de excusa, preparan los amortiguadores. Y cuando un amortiguador se establece y torna permanente, detiene todo progreso posible. Si los amortiguadores continúan desarrollándose, se convierten en ideas fijas, y eso ya es locura, o el comienzo de la locura. Los amortiguadores pueden ser muy diferentes. Por ejemplo, conocí a un hombre que tenía un amortiguador interesantísimo. Cada vez que hacía algo equivocado, decía que lo hacía adrede, como un experimento. Este es muy buen ejemplo de un amortiguador. Otro hombre tenía un amortiguador de que nunca llegaba tarde; de modo que, con este amortiguador, firmemente establecido, siempre llegaba tarde pero nunca lo advertía, y si se le llamaba la atención,siempre se asombraba y decía: “¿Cómo puedo haber llegado tarde? ¡Nunca llego tarde!”
P. Cuando un amortiguador descendió, y se ve algo que parece intolerable, ¿cuál es el próximo paso?
R. Todo el trabajo es preparación para eso. Si uno no trabaja pero sólo piensa que trabaja y un amortiguador desaparece repentinamente por algún accidente, uno se encuentra en una situación muy desagradable, y también ve que sólo pretendió trabajar. Los amortiguadores nos ayudan a pretender en vez de trabajar realmente. He aquí por qué las personas en el estado corriente no pueden tener Conciencia, porque si la conciencia sobreviniera de repente, se volverían locas. Los amortiguadores son útiles a este respecto; ayudan a mantenernos despiertos; pues si los otros lados no están desarrollados, si todo no se pone en cierto equilibrio uno no podría soportarse como es. De modo que ni siquiera es aconsejable destruir los amortiguadores antes que uno esté preparado. Uno primero debe estar preparado. Sólo nos podemos soportar porque no nos conocemos. Si nos conociéramos como somos, eso seria insoportable. P. Empero, uno se ve intelectualmente sin sentir fuertemente.
R. Esta es una pregunta teórica. Uno cesa de ser desarmonioso cuando cesa de ser lo que es ahora. Como uno es ahora, es desarmonioso; luego, consciente de la propia desarmonía;después, nuevamente desarmonioso; otra vez,consciente de esto; y así sucesivamente.
P. ¿De modo que uno jamás puede ser feliz?
R. La felicidad significa equilibrio, y el equilibrio es imposible en nuestro estado, tomando al equilibrio en el sentido de armoniosidad. Siempre estamos equilibrados de cierto modo, pero de un modo equivocado. Si fuéramos armoniosos en nuestro estado actual, no tendríamos razón para cambiar; de modo que la natu raleza dispuso muy bien que no podamos ser armoniosos tales como somos, a fin de que no seamos felices en este estado. La felicidad es armonía entre las circunstancias externas y las manifestaciones internas , y para nosotros eso es imposible, si por felicidad entendemos la armonía.
P. El trabajo parece hacerlo más infeliz a uno.
R. El estudio del sistema, la adquisición de más control, no puede hacer a uno más infeliz. En esto no hay abnegación. Lo que uno tiene que perder es la imaginación. Algo que es real no es obstáculo para despertar. Las cosas imaginarias son las que nos mantienen dormidos, y a lasque tenemos que renunciar.
P. ¿Los amortiguadores se deben a la educación y al medio?
R. A muchas cosas; pero los mejores amortigua dores son creados por la educación de sí.
P. ¿El sistema nos enseña a librarnos de los amortiguadores?
R. Sí, el sistema nos enseña primero a hallarlos. Luego, habiéndolos hallado, usted puede encontrar métodos para librarse de ellos. Nopodrá empezar a trabajar sobre ellos antes de conocerlos.
P. ¿Cómo puede uno encontrar los amortiguadores?
R. Uno no podrá hallarlos a no ser que se observe del modo correcto. Usted debe buscar las contradicciones.
P. ¿Deberán encontrarse los propios amortiguadores o deberán mostrárnoslos? R. En cualquier caso, a usted no podrán mostrárselos hasta que haya hecho todo lo que pueda por sí mismo. De otro modo, las personas jamás creen eso; dicen: “¡Cualquier cosa menos eso!”.
P. ¿Decirse a uno mismo “Lo haré mañana” es un amortiguador?
R. No es un amortiguador, sino un método muy bueno de dejar que los amortiguadores marchen bien.
P. Usted dijo que uno debe buscar las incoherencias. Veo muchas de éstas, ¿pero se las anoto a los diferentes “yoes”?
R. Sí, eso está muy bien. Pero cuando estamos en una de estas incoherencias, por lo general estamos identificados con uno de estos criterios y no podemos ver al otro. Cuando usted no está en uno ni en el otro, cuando está a un costado, puede decir: “A veces miro esto de este modo, y a veces de ese modo”, pero cuando usted está identificado no puede hacer eso. Deberá tratar de romper esta identificación.
P. ¿Un amortiguador es querer y no querer al mismo tiempo?
R. Eso no es un amortiguador. Un amortiguador toma a menudo la forma de una fuerte convicción.