LA PRESENCIA DE DIOS. (por J.H. Reyner).
“¿CUÁN CERCA ESTAMOS DE DIOS…?”
EL DESCENSO DE LA ESENCIA.
(de “Gurdjieff en acción”, por J.H. Reyner).
El otro día me vino un pensamiento que decía, “¿Cuán cerca estás de Dios?”. Esta no es una pregunta que estemos acostumbrados a preguntar. Tenemos una creencia innata en la existencia de una Deidad Suprema, pero creemos que ésta es algo totalmente remoto e inalcanzable. Sin embargo Cristo dijo: “El Reino de Dios está dentro de vosotros”; y nos dicen que tratemos de elevar nuestro nivel de conciencia de modo que podamos comunicarnos con niveles superiores. ¿Conciencia de qué?… Con seguridad que aquello que estamos buscando debe de ser consciente en el Universo al que pertenecemos y en el que tenemos un propósito. De aquí, que será conveniente reunir algunas de nuestras ideas sobre este misterioso entorno. Los astrónomos, mirando al cielo a través de sus telescopios, nos dicen que la Tierra es un insignificante planeta en uno de los 10.000 millones de sistemas solares de la galaxia llamada ‘la Vía Láctea’; y que incluso ésta es sólo una de entre 1.000 millones de galaxias en los vastos dominios del espacio. ¿Se puede saber qué hacemos en medio de este desierto?
La cosmología esotérica adopta un punto de vista diferente. Dice que el Universo es traído a la existencia por la voluntad de un Creador Supremo, de una inteligencia original inconcebible e inefable, a través de una serie de Órdenes Mundiales de Leyes, de manifestación cada vez más detallada. El proceso queda trazado en nuestro familiar diagrama del Trabajo, conocido como: el ‘Rayo de Creación’, que muestra cómo se desarrollan las manifestaciones sucesivas por la aplicación progresiva de la Ley del Tres y la Ley de Siete. Hemos visto que a causa de esta secuencia, cada Orden Mundial no sólo es dirigido por una propia inteligencia, sino que además está sujeto a las leyes de todos los Órdenes Superiores, de modo que la creación entera es una ‘estructura viviente’, continuamente vivificada por la influencia del Absoluto que compenetra todos los niveles inferiores. Es importante comprender que los sucesivos Órdenes Mundiales no son entidades separadas, sino que son, como los miembros de nuestro cuerpo, partes de un todo coherente que es la Deidad. Esta idea tiene un importante corolario, a saber, que cada Orden Mundial no sólo está sujeto a las leyes de sus progenitores, sino que está realmente impregnado con los ‘materiales’ de los niveles superiores a él. Solemos interpretar la ‘materialidad’ en términos físicos; pero sabemos que esto es una ilusión de los sentidos. Las substancias que nos son familiares son realmente lacias multitudes de pequeñas perturbaciones del vacío, llamadas electrones, separadas por distancias relativamente enormes. Estos interfieren con el paso de las ondas de luz, y crean así las apariencias de solidez y de color.
Dentro de este espacio virtualmente ‘vacío’, está claro que hay sitio para vibraciones de una calidad más fina, que no serán detectadas por los sentidos ordinarios pero que pueden tener una significativa influencia sobre nuestro comportamiento. Podemos, más aún, considerar que Órdenes Mundiales Superiores, tengan estructuras similares que implican vibraciones progresivamente más finas cada vez, de modo que cada uno poseerá su propia ‘materialidad’; y cada nivel estará impregnado con las vibraciones de todos los Órdenes Superiores. A veces se expresa esto en términos de una estructura de átomos, usando la palabra en un sentido psicológico como la más pequeña partícula de materialidad de cualquier Orden Mundial.