Maurice Nicoll
PREFACIO Antes de morir, el 30 de agosto de 1953, mi padre, el Dr. Mauricio Nicoll, preparaba un libro al que se refería llamándolo The Mark (El Blanco). Cuando ocurrió su muerte no había aun. decidido en qué orden presentaría su contenido y, por consiguiente, hemos arreglado el material conforme él lo hubiese querido. La Parábola del Sembrador y de la Semilla, Metanoia, Nicodemo y La Verdad los había terminado y corregido, y era evidente que se incluirían en el libro. Asimismo había decidido incluir el sueño titulado La Nueva Voluntad, el capitulo inconcluso Batalla en el Cielo, como también el escrito tampoco terminado El Telos, que se da al final de esta obra. Hemos agregado unos cuantos fragmentos tomados de sus apuntes en aquellos casos que pensamos podrían interesar al lector. EL resto del material proviene de sus diversos escritos y podría haberlo incluido, o no. Quiero agregar que en estos documentos, y a menudo en los pasajes de gran belleza, se encuentra la clave para quienes anhelan una mayor comprensión de la enseñanza de Cristo y d significado de nuestra existencia en la tierra. JANE MOUNSEY
EL HOMBRE FÍSICO Y EL HOMBRE ESPIRITUAL PRIMERA PARTE El hombre camina sobre la tierra con pies físicos; pero en la vida lo hace con sus pies psicológicos. Su nivel psicológico externo es sensual, es cosa de la sensación, de los sentidos. Sus pensamientos y sentimientos externos provienen de lo que capta a través de los sentidos. Este es el nivel que representan los pies psicológicos de su ser, pies distintos a los de su ser físico. Y la clase de zapatos que calzan estos pies son sus puntos de vista, sus opiniones y las actitudes que viste o utiliza para allegarse a una vida sensual. Si no fuese por los cinco sentidos, no habría vida externa. ¿Cómo camina el hombre sobre la tierra? Hablamos en un sentido psicológico. ¿Cómo se relaciona su psicología con la vida externa? El hombre que entiende la vida únicamente a través de las pruebas que le ofrecen los sentidos, no es un hombre psicológico. Es un hombre sensual. Su mente se apoya en los sentidos. En otros escritos se llama a ésta la ‘mente carnal’ [ ? ???? sa???? (Col. II. 18) En este caso piensa desde los pies, no tiene cabeza. Y piensa especialmente desde la clase de zapatos que calzan sus pies. Esta es la forma de su verdad; es diferente en diversos casos, pero siempre corresponde al mismo orden o al mismo nivel. Aún dista mucho de ser un Hombre. Piensa de una manera literal. Toma la parábola literalmente. A fin de poder empezar a hacerse hombre, ha de comenzar a pensar apartándose del sentido literal. Para quienquiera que anhele un desarrollo interno, lo verdaderamente importante y significativo es el pensar en términos psicológicos. Por ejemplo, ¿por qué razón se dice tan a menudo en la literatura esotérica, en las Escrituras, que el hombre se ha de quitar los zapatos antes de penetrar a un lugar sagrado? Significa que la mente sensual es incapaz de entender la verdad psicológica. Por eso se le pide que se quite los zapatos, que sé desprenda de la verdad cimentada en los sentidos. Porque una mente que se apoya en los sentidos, y en la verdad que éstos le proporcionan, es una mente incapaz de comprender un nivel superior o más elevado de la verdad, o sea una verdad psicológica. Dicho en otros términos: el hombre físico no puede comprender al hombre espiritual. De modo que cuando se dice que es necesario quitarse los zapatos para poder entrar a un lugar santo o sagrado, se quiere indicar que lo sensual no puede comprender lo espiritual. El pensamiento sensual no puede palpar un nivel que le sea superior. Requiere otro modo de pensar. La mente yace a distintos niveles, y el más bajo no puede asir los superiores. Es imposible tratar de entender una verdad psicológica con el nivel más bajo o externo de la mente. De suerte que ésos son los zapatos que uno ha de quitarse al penetrar a aquella esfera del conocimiento que está por encima del conocimiento sensual. Arrastrar el entendimiento psicológico al nivel del entendimiento sensual es destruir todo lo que en el Hombre puede conducirle a un desarrollo interior y hacer de él un hombre, internamente. Las gentes tratan de entender a ‘Dios’ y lo ‘Divino’ con su mente sensual. Tratan de entender con los zapatos y no con la cabeza. Cuando el ángel se le apareció a Moisés en la zarza que ardía, le dijo: ‘No te llegues acá: quita tus zapatos de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.’ (Éxodo, III, 5). Y cuando el varón que tenía en la mano una espada desnuda se le apareció a Josué cerca de Jericó, le dijo: ‘Quita tus zapatos de tus pies, porque el lugar donde estás es santo.’ (Josué, V, 15). Cuando Cristo envió a sus discípulos a predicar el Evangelio, habían de andar sin zapatos: ‘No aprestéis… ni zapatos…’ (Mat. X, 10). El hombre dispone de un cuerpo físico ya organizado que le ha sido dado. Y con él queda sometido a la civilización a que pertenece. Esta organización social se mantiene por medio de leyes. El hombre asesina. Las leyes de su sociedad le castigan. Pero el hombre carece de un cuerpo psicológico. No tiene una organización interna. Obedece a las leyes externas debido al temor y al deseo de evitar el escándalo. Si se aboliesen todas las restricciones, el hombre en sí asesinaría a todos los que odia. El odio es un factor sumamente profundo. En cierto sentido, podemos decir que todos nos odiamos los unos a los otros. Se nos ha dicho: ‘No matarás’. (Éxodo, XX, 13). Observamos este mandamiento en su forma literal por temor a las consecuencias. Pero su significado psicológico es que uno no ha de andar matando con los pensamientos y sentimientos. Y es justamente éste el reino interior en el que puede llevarse a cabo el desarrollo del hombre. Ahí se encuentra el significado psicológico del mandamiento. LOS PIES Y LA CABEZA El tema constante de la visión, la parábola y el sueño es el Hombre Psicológico. Tiene una variedad de divisiones externas e internas. Y esto viene a ser lo mismo que la división en niveles inferiores y superiores. La cabeza representa la división más elevada o íntima del hombre psicológico. Mezclar el pensamiento de los pies (los zapatos) con el de la cabeza, es confundir niveles. El pensamiento de los pies determina los zapatos; este es el pensamiento sensual, el que tiene que ver con los objetos de los sentidos. El pensamiento de la cabeza es psicológico y tiene que ver con el significado de las cosas. Estos dos órdenes de la verdad no se contradicen, pero pueden convertirse en contradictorios si se les considera opuestos. No son opuestos, sino que corresponden a niveles distintos. Son formas diferentes de la verdad, a distintos niveles. De modo que la verdad tiene formas diversas, a diferentes niveles. Pero si el hombre piensa únicamente con los pies, no podrá entender la idea de niveles. Pensará únicamente en un nivel, y convertirá en opuesto lo que no es. Y así ocurre que en cuanto las gentes pierden todo sentido de niveles, o de proporciones, cuando pierden el sentido de niveles superiores e inferiores, el mundo se convierte en opuestos. El resultado es violencia. EL HOMBRE DESNUDO Las ropas, el vestido, lo que nos cubre, denota en este lenguaje psicológico lo que viste el hombre psicológico. Es decir, denota la verdad que sigue. El hombre desnudo lo está psicológicamente, sin ropas mentales. Es un hombre que no tiene ninguna psicología, que carece de cualquier clase de verdad. En el Apocalipsis se dice: ‘Bienaventurado el que vela y guarda sus vestiduras, para que no ande desnudo y vean su vergüenza’. (Apoc., XVI, 15). El significado es psicológico, no físico. Pero ¿qué es lo que ha de vestirse? En cierto pasaje se dice que el Rey estaba desnudo: ‘Y cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria. Y serán reunidos delante de él todas las gentes: y los apartará unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas y los cabritos. Y pondrá a las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. Entonces, el Rey dirá a los que estarán a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo: porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui huésped y me recogisteis; desnudo y me cubristeis; enfermo y me visitasteis; estuve en la cárcel y vinisteis a mi.’ (Mat., XXV, 31/36). Tenemos entonces que por Rey se significa algo en uno mismo. Muchos son los que creen seguir una verdad. Pero ¿qué es lo que en ellos la sigue? 6 Al parecer, la cuestión es: ¿Está vestido este Rey que uno lleva en sí mismo? Diríase que el Rey ya está ahí, y que la cuestión estriba en vestirlo o no vestirlo. El Rey que lleva uno en sí mismo está o vestido o desnudo. También se da que las gentes hagan el bien sin saberlo. Es decir que obran por bondad. Tenemos lo siguiente en la parábola: ‘Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te sustentamos? ¿O sediento y te dimos de beber? Y ¿cuándo te vimos huésped y te recogimos? ¿O desnudo y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y vinimos a ti? Y respondiendo, el Rey les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis.’ (Mat., XXV, 37/40) Podemos entender que el hombre físico está hecho de carne, sangre y huesos visibles. Lo que no comprendemos es que el hombre psicológico está compuesto de pensamientos, sentimientos y deseos invisibles. La calidad del hombre psicológico la determina lo que piensa y lo que desea. Pero si bien este cuerpo físico que nos es dado cuenta ya con un orden igualmente dado y puede llegar a trabajar armónicamente, el cuerpo psicológico no es algo dado en forma alguna, y tampoco está ordenado. El hombre puede pensar una cosa, sentir otra y desear una tercera. Desde este punto de vista, la tarea del Hombre es la de poner en orden su cuerpo psicológico, el cuerpo que está en desorden. Con esta finalidad siempre ha existido una literatura, oculta tras variados disfraces, y que no se refiere de ningún modo al hombre físico, sino al psicológico. Por ejemplo, parte de esta literatura son los fragmentos de enseñanza que aún se conservan en los Evangelios. Hay muchos otros fragmentos. Pero vamos nuevamente errados, por cuanto este hombre psicológico ya está en nosotros de alguna manera. Sólo que hemos de vestirle. Digamos entonces que o está desnudo o mal vestido, que nuestra tarea es la de cubrirle de pies a cabeza con las ropas adecuadas. Recordad que el Rey está aparentemente ahí, ya sea vestido o desnudo, y que cuando se le deja desnudo se dice que la persona ha fallado; cuando se le viste, se dice que la persona no ha fallado. LAVAR LOS PIES CON AGUA EN UN LEBRILLO La purificación del pensamiento, el cambio de mentalidad, lo simboliza el lavado con agua; esto es, lavar la sensualidad de la mente. El lebrillo es el receptáculo que contiene el agua, aquello en lo que se concentra el agua. Los pies son la mente inferior en contacto con el mundo exterior. Y esto es lo que ha de cambiarse en esta vida. “Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies a los discípulos, y a limpiarlos con la toalla con que estaba ceñido. Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dice: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y díjole: Lo que yo hago tú no entiendes ahora; mas lo entenderás después. Dícele Pedro: No me lavarás los pies jamás. Respondióle Jesús: Si no te lavare no tendrás parte conmigo. Dícele Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, mas aun las manos y la cabeza. Dicele Jesús: el que está lavado no necesita sino que lave los pies, mas está todo limpio: y vosotros limpios estáis, aunque no todos.’ (Juan, XIII, 5/10)