de ALFRED ORAGE-Sobre Relatos de Belcebú a su Nieto
Consideren la calidad épica del marco de la historia. Es una especie de diálogo entre Belcebú, un “ser realizado”, objetivamente consciente, cuya función cósmica ha cesado, y que posee ahora una “crítica objetiva”, expresando sus conclusiones imparcialmente, constructivamente y sin prejuicios; y su nieto, un joven ser, no desarrollado que tiene un deseo vehemente de comprensión.
Belcebú, desapegado e imparcial, vigila y observa el “cuerpo del cosmos” (tal como cada uno observa su cuerpo). Da a entender a quien escucha sus relatos que el universo entero tiene un propósito desconocido para nosotros tal como somos, y deja entender que él comprende este propósito.
Los sistemas solares, los planetas, los seres, la vida del hombre, toda la vida orgánica, no tienen precisamente una función teórica o mística, sino una “función práctica”; y las diversas partes de nuestro mundo, de nuestro universo o “megalocosmos”, incluyéndonos a nosotros los hombres, cumplen o no cumplen una función práctica determinada.
“Relatos de Belcebú a su nieto” es un libro que destruye los valores existentes; obliga al lector serio a revaluar todos los valores y, para una persona sincera, es devastador. Como dice Gurdjieff, puede destruir tu gusto por tu plato favorito, tus teorías favoritas y aún las más arraigadas por tu formación, por ejem-plo esa forma de “arte” que sigues. Como el mismo Gurdjieff lo expresa en el prologo de la obra, la experiencia de su lectura y su comprensión será como una “comida picante”, que lo perturba drásticamente en sus asociaciones mentales y emocionales, sacándo al lector de toda inercia y pasividad mental.(“comida picante” como la inusual comida de un infortunado Kurdo, cuyo relato se nos presenta en el prefacio),
En cuanto a mí, me di cuenta de que durante años traté de utilizar muchas de las ideas que se nos entregan, traté de asimilarlas a mi propio conjunto de valores, esperando enriquecer estos valores sin dejarlos de lado. Pensaba que las “nuevas ideas” ampliarían el alcance y extenderían la perspectiva de las “viejas ideas” y darían variedad al contenido. Pero ahora siento que el marco real está perdiendo su valor… Entonces llega el momento, para casi todos en este trabajo, en que se preguntan: “¿Debo perder los viejos valores que me daban incentivo, y ser capaz de aceptar nuevos valores, valores de un orden diferente?…” En los “Relatos de Belcebú a su nieto”, hay insinuaciones muy claras de que el universo está conducido razonable e inteligentemente, y que hay muchos detalles que deben tenerse en cuenta. “La vida no es normal en nuestro planeta… pero el hombre por medio de ciertos esfuerzos y sacrificios, puede volverse ‘normal’…” “Los Relatos de Belcebú a su nieto es una obra de ‘arte objetivo’…”
El arte objetivo consiste en variaciones conscientes de “lo original”, conforme al plan del artista o escritor que se esfuerza por provocar una impresión definida en su audiencia o en sus lectores.
Gurdjieff no usará en los Relatos, el lenguaje de la élite intelectual y académica de turno, llamada por él la “inteligentzia”. Las ideas no serán presentadas con nuestros patrones mentales habituales. Nuestra vida intelectual está basada en asociaciones fortuitas que se han vuelto más o menos fijas, arraigándose. Sólo cuando éstas se rompen podemos empezar a pensar libremente.
En nuestra normalidad, es decir tal cual hemos sido formados, las asociacio-nes son mecánicas; toda una disposición de ánimo puede ser destruida por el uso de una palabra, que puede contener un grupo diferente de asociaciones.
El relato de la obra nos dice que Belcebú ha sido “exiliado”… Esta es una metáfora a nosotros mismos. Pero, ¿Qué es lo que ha sido exiliado en nosotros? Estamos identificados con el “plexo solar”, con los sentimientos. El plexo solar es un centro desorganizado y desconectado en un hombre ordinario. Uno de los resultados de un trabajo continuado sería la “concentración de la emoción” en una meta definida, en lugar de los altibajos del sentimiento, con una derrochadora lucha entre sentimientos conflictivos y emociones negativas, las cuales son la característica principal de la mayoría de los hombres.
Muchas analogías o imágenes representativas encontramos en los relatos, por ejemplo Belcebú le cuenta a su nieto que en el principio de su visita a nuestro sistema solar, construyó un “observatorio” en el planeta Marte para observar la Tierra y sus habitantes, pero sólo después de muchos intentos, y cuando se hicieron mejoras pudo observar correctamente. Esto nos recordará aquello que Gurdjieff nos señalaba al principio de nuestras propias tentativas practicas en nuestro trabajo particular: “Tenemos que trabajar mucho tiempo sobre nosotros mismos antes de que podamos empezar a observarnos correctamente”.
Una de las primeras objeciones hechas a menudo al “método” y al “sistema” de Gurdjieff por sus siempre permanentes detractores, es que es egoísta y por sobre todo carente de amor. Estos insisten de forma antojadiza que de lo que Jesús enseñó, según ellos, se podría desprender lo siguiente: “No te preocupes por ti mismo, siempre preocúpate por los otros…” Pero Gurdjieff nos dice a través de Belcebú algo mucho más amplio: “Es necesario que ante todo, te preocupes sólo por ti mismo… pero de la manera correcta, es decir por medio del Trabajo, pues sólo entonces llegarás a ser capaz de preocuparte por los demás”. Esto que nos dice Gurdjieff lo encontramos en algunos antiguos tex-tos “Gnósticos”, según ellos Jesús habría dicho: “Síganme y me perderán… Síganse a sí mismos y me encontrarán y se encontrarán…” Los gnósticos introdujeron en el cristianismo parte de este sistema, este que nos ha entregado Gurdjieff, y que estamos estudiando; pero cuando los “dirigentes cristianos” de la joven Iglesia se hicieron poderosos, expulsaron y persiguieron a los gnósticos, quienes para preservar sus conocimientos los trasmitieron a diversas fuentes, las cuales las preservaron y la transmitieron de acuerdo a la preparación de algunos hombres.
“Karnak” es la nave por la cual Belcebú transita en el ámbito cósmico. Esta palabra tiene un origen en el antiguo armenio, y está relacionada con la idea griega de “el cuerpo como tumba del alma…”
Los “Relatos de Belcebú a su nieto” están dirigidos a los muertos, a los dormidos en la tumba del cuerpo. toda la narración consta de palabras originadas y planteadas de una forma determinada y de una intención específica.
Este sistema en general proviene de una “fuente consciente”, que es la fuente de lo que verdaderamente “soy Yo”. Y este sistema nos dice expresamente que lo que se comprende en él, debe ser llevado a la práctica directa.
Y en este sentido no hay nada en los “Relatos de Belcebú” que “Yo” no haya conocido; pero, hasta ahora no ha despertado en mí para el re-conocimiento interior de su contenido, por lo que no lo he llevado a convertirse en mi mismo en un hacer real. Ustedes conocen el “mantra” que dice: “Más brillante que el Sol, más puro que la nieve, más sutil que el éter es el ‘Yo’ dentro de mi corazón… ‘Yo soy ese Yo’, ese ‘Yo soy Yo’…” Podemos decir que el joven “Jassín” (o “Hassein”), nieto de nuestro Belcebú, representa en la narración a ese “Yo” dentro de nosotros.
Con respecto a lo que deberían representar el “sistema de naves espaciales”, podemos decir que el sistema de Gurdjieff es “un sistema psicológico que requiere un trabajo activo” de parte del alumno, y reemplaza el viejo y pasivo sistema de la fe, el amor y la esperanza…
En las antiguas religiones uno permanecía dentro de la iglesia, y era conducido a un cielo mecánico. Pero en este sistema uno tiene que iniciar las cosas por sí mismo. Es un peregrinaje, lleno de dificultades y de lucha, pero, paradójicamente, es un camino mucho más rápido y mucho más seguro que otros sistemas que se presentan como de esta manera, y que han sido importados a Europa desde Asia.
El prefacio de los “Relatos de Belcebú a su nieto”, es lo que una obertura es para una ópera o una sinfonía; las ideas por desarrollarse apenas se esbozan, son expresadas no con una afirmación directa como toda la posterior narración, sino por “parábolas”, por un lenguaje nuevo. Aquel lenguaje que ha sido usado por todos los grandes iniciados desde la antigüedad. El prefacio lleva un título específico y claro: “Despertar del Pensar”… Y este se abre con una invocación a los “tres centros”, a la totalidad de la comprensión, pero especialmente al “Espíritu Santo”, como si Gurdjieff nos señalará que los “Relatos” han de leerse desde el corazón verdadero, es decir, con una comprensión emocional. Esta es una invocación necesaria que se nos ha legado desde la antigüedad por aquellos narradores que han procurado encontrar la totalidad que implica entregar “lo esencial” para una comprensión del verdadero conocimiento. Pero en la actualidad, en este remoto “planeta lunático” nunca lo hacemos, y esto es porque nada sabemos de ello, salvo parcialmente.
Gurdjieff nos hace saber en el prefacio de los Relatos de Belcebú, que no tiene deseos de escribir, y que se obliga a escribir por voluntad, que es indiferente a la inclinación individual en un momento dado, y ésta es la actitud en que cada uno de nosotros debería acercarse permanentemente al Trabajo.
Luego, Gurdjieff se pregunta: “¿En qué lengua escribiré?”… Comenzó en ruso, pero no pudo ir lejos con él, pues el ruso, dice él, es una mezcla de esencia y personalidad; los rusos filosofan por un tiempo corto, luego caen en el chisme, cuentan historias increíbles. El inglés es útil para los asuntos prácticos pero inadecuados para la meditación y la reflexión sobre “la Totalidad”. Gurdjieff decía que la psicología de los rusos y los ingleses es como la solianka es decir “un guiso” en el cual hay de todo, excepto el “tú” esencial y el “Yo” verdadero. Ellos no pueden decir la verdad sobre sí mismos. Luego, el armenio es esencia -el armenio de nuestra niñez- cuando aún hablábamos desde la esencia , y conforme crecíamos aprendimos “ruso” e “inglés”. Pero uno no puede expresar “ideas modernas” en la lengua de la esencia. Le queda entonces, el griego: pero nuevamente, el griego de hoy no es como el griego de nuestra niñez; conforme uno va creciendo nuestro comportamiento es diferente. “Para una persona consciente, la conducta es una lengua”.
Uno de los factores indispensables en el correcto desarrollo de ese “Yo” interno, es hacer consciente el genuino “Deber-Eseral” (del “ser”), y en un aspecto esto se relaciona con dirigir y usar nuestro cuerpo como una máquina, realizando sus potencialidades. Belcebú nos muestra que nuestro cuerpo es una máquina con muchos usos; y que actualmente la “psiquis” de un hombre usa sólo una fracción de estos usos posibles del cuerpo. Nos dice que esto es
verdaderamente “inmoral”. Estamos en una pequeña porción de lo que podemos ser.
Si habitualmente trabajamos con solo uno o dos centros, vivimos como seres unicerebrales o duocerebrales y esto es “objetivamente inmoral” para un ser potencialmente “tricerebral”.
Podemos entender en el desarrollo de la narración de los “Relatos” que cuando comenzamos a preguntarnos por nuestra propia problemática existencial, con un verdadero “remordimiento consciente”, tal cual lo hace “Jassin”, el amado nieto de nuestro Belcebú, quien dice: “¿Cómo puedo pagar por mi existencia y por todo lo que otros han hecho por mí?…”, entonces comenzamos a darnos cuenta del genuino “Deber-Eseral”. Belcebú le dice a su nieto que todos los seres “tricerebrales” que existen en el vasto universo, en cierto nivel, se preguntan en un importante periodo de su crecimiento real: “¿Cuál es el significado y la meta de la existencia?… ¿Para qué estoy aquí?… ¿Por qué nací?… ¿Cómo fue que nací en esta familia en particular, en estas condiciones?… ¿Qué debo hacer?…” Sin embargo, Belcebú le dice a Jassin que todavía no piense mucho en eso. Aún es joven y debe estudiar y prepararse. Más tarde sabrá qué hacer… “Nosotros ahora y acá, somos jóvenes en el Trabajo y, como Jassin, debemos estudiar y prepararnos.” Y para nosotros, para nosotros los “Relatos de Belcebú a su nieto” son parte de este estudio. Pues las llaves para las respuestas están todas allí, aunque, como dice Gurdjieff: “solo cerca de las puertas” pues no son las “puertas” mismas. Aquél que es demasiado perezoso ahora para aprender todo lo que puede, no será capaz, más tarde, de poner su conocimiento en práctica.
En los Relatos de Belcebu, Gurdjieff nos presenta la vida singular que existe en este planeta como el resultado de un “accidente” en la etapa de formación del sistema solar. Nuestra Luna es un resultado de este accidente; pues su nacimiento no se originó en la forma natural de como se desarrollan la mayoría de los planetas, sino que este fue un nacimiento prematuro. En consecuencia a estos hechos accidentales, un “tipo especial de vida” tuvo que organizarse de manera de que se generarán ciertas radiaciones y vibra-ciones especiales con el objeto de mantener de forma correcta el desarrollo de la Luna, de “Anulios” (nuesra segunda Luna que somos incapaces de percibir), y la Tierra. Para este propósito tenían que ser usados seres de cuerpos orgánicos tricerebrales que vivieran en el planeta Tierra; sin embargo los Individuos Superiores, encargados de llevar a cabo esta tarea, reflexionaron en ese momento que si estos seres tricerebrados se daban cuenta, podrían rehusarse a continuar su existencia. Entonces, y para contrarrestar este problema se colocó un “órgano” en los seres hombres que comenzaban a desarrollarse, que llevó el nombre de “órgano Kundabuffer”, que tenía el efecto de “hacerles ver y sentir la realidad al revés”. El relato nos dice que esto fue como si algo hubiera sido irradiado en la atmósfera del planeta, y que tan pronto como la posibilidad de peligro para la “armonía cósmica” hubo pasado, se removió este órgano. Sin embargo la necesi-dad de esta intervención originó consecuencias no que no fueron previstas y que permanecieron presentes desde entonces, acrecentándose en la integridad de aquellos infortunados seres, al transcurso de los siglos . Y es así, como los hombres, con pocas excepciones, han vivido desde entonces en un estado de sueño y de ilusión.
La tradición nos ha dicho que nosotros, los hombres, fuimos puestos en el Jardín del Edén, y se esperaba que cuidáramos el Jardín. Pero fallamos en nuestra tarea, “nos dormimos”, dejamos de hacer esfuerzos, y se nos expulsó. Pero puesto que en el principio no éramos enteramente culpables, Su Eternidad, desde el tiempo de Adán, envió a sus mensajeros uno tras otro: patriarcas, profetas y maestros para presentar un método por medio del cual
pudiéramos despertar y liberarnos del efecto de nuestra mecanicidad.
En los relatos de Belcebú podemos extraer la idea de que esta mecanicidad ha sido inducida por la implantación del “órgano Kundabuffer”, y que sus consecuencias no previstas son la causa del actual estado de la psique de los hombres. ¿Por qué fallamos en usar, o en preservar, los tesoros de cada civilización sucesiva, la ciencia y el arte de Egipto, la filosofía y la religión de la India, la sabiduría de Caldea, el sistema de relaciones personales de la antigua China?. ¿Por qué no somos los ‘herederos de todas las épocas’?. ¿Por qué esa urgencia en destruir lo que con tantos esfuerzos se nos ha legado desde tiempos remotos?. ¿Por qué en vez de pararnos sobre los hombros del pasado tenemos que comenzar una y otra vez, y llegar a un estado, en muchas de las artes y las ciencias, inferior a los antiguos?. ¿Por qué creemos y tenemos esperanza en el ‘progreso’, cuando en todas partes, a nuestro alrededor hay pruebas de que estamos deteriorándonos y que nuestro trabajo día y noche solo apunta a producir fuerzas que destruirán lo que nosotros mismos hemos construido?… La respuesta es “Kundabuffer”: nuestra falta de voluntad, nuestra incapaci-dad de hacer cualquier esfuerzo para trabajar sobre nosotros mismos.