Con Gurdjieff

RELATO DE PAUL BEEKMAN TAYLOR ….”CON GURDJIEFF”

La vida con Gurdjieff era como estar en medio de un circo de tres pistas, con demasiadas cosas sucediendo a la vez para poder saber en dónde se encontraba uno ni qué iba uno a ver. No es de extrañar que muchas personas parecían no tomar en cuenta la presencia de otros en el grupo excepto ellos mismos y Gurdjieff, que hacía el papel de payaso y de mago. Todo lo que decía se podía tomar como una broma, un absurdo, o una observación profunda disfrazada; sin embargo todos los alumnos serios estaban tensos y con cara de piedra en su presencia. Tenían miedo o se sentían inseguros, sin siquiera atreverse a reír de los chistes de Gurdjieff; y, sobre todo, Gurdjieff tenía un enorme sentido del humor, una apreciación de lo absurdo que encontraba y hasta incitaba a su alrededor. Respecto a mí, poco comprendía el método y apenas escuchaba su mensaje, pero estaba intrigado por su actuación y las diferentes reacciones de los demás.
Solamente tuvimos una conversación privada ese verano, y eso por accidente, pero me dio un vislumbre de algo que antes no había percibido en absoluto. Por la mañana temprano, yo iba por la Rue d´Arnille cuando lo ví sentado solo en el café de la esquina. Me vio y me llamó para que me sentara a tomar un café con él. Me preguntó si había disfrutado del verano y respondí con las banalidades de costumbre, pero agregué, de nuevo, que estaba aprendiendo mucho acerca de la vida. Sonrió y me pregunto qué estaba aprendiendo. Dije que no podía precisar, pero que estaba viendo y escuchando cosas nuevas. Luego formulé en voz alta la pregunta que desde hace un tiempo venía repitiéndome, dando por sentado que Gurdjieff tenía los poderes que tantos le atribuían, “¿Cómo soporta en su entorno a tanta gente que parece tan superficial?” Levantó la cabeza muy lentamente y me miró con sus ojos profundos. Sin sonreír.”Esta “gente” usted llama, quiere decir “idiotas”, ¿cree que vienen a escuchar solo a escucharme, oír lo que sé? No. ¿Qué se? Sé como enseñar escucharse a sí mismos. Escuchan radio, fonógrafo, canción de amor, máquina de escribir, y olvidar oír a sí mismos. Yo no escucho a ellos, a si que yo no decir que oyen ellos, así que yo no decir que oyen en ellos. Sólo enseño recordar lo que olvidaron. Les enseño oír música en ellos. Ustedes norteamericanos, ustedes gusta ruido. Charlan. Son sabihondos. Como burros, hacen ruido y dicen nada, porque escuchan las cosas afuera, como propio sonido al comer.
“Usted sienta conmigo a comer, sienta y escucha lecturas, escucha mí música, hace movimientos. Puede que escuche algo, puede que no. Todas estas personas vienen a escuchar. Algunos oyen, otros no. ¿Qué es oír? Yo le digo. Cuando hace movimientos, escucha la música. Se mueve con la música. Piensa en los movimientos y piensa en las música. Hace esto todos los días. Un día hace movimientos y oye la música sin escuchar. La oye desde adentro, cuando música no suena fuera. Esto toma mucho tiempo, trabajo duro. Hace mismo movimiento y escucha misma música, hasta que ya no oye o siente con cuerpo sino con conciencia. Entonces, usted está en nivel superior. Es igual leyendo libro. Comprende adentro solamente cuando sabe afuera. “

“Afuera está ruido del mundo. Adentro está música del ser”.