En Essentuki el grupo de “los doce” recibió un ejercicio que hasta entonces les
era desconocido. Gurdjieff lo denominó el ejercicio del stop. La enseñanza parte de un
hecho concreto. El hombre posee tres Centros o Funciones que le diferencian del resto
de habitantes del planeta. Estos Centros: Intelectual, Emocional y Motriz, poseen un
repertorio de posturas y movimientos que controlan su forma de pensar y su forma de
sentir. Para Gurdjieff las posturas del pensamiento, del sentimiento y del movimiento
están relacionadas entre sí en el hombre; por tanto, éste no podrá salir de su repertorio
de posturas de pensar y de sentir a menos que cambie sus posturas de movimiento: “Es
una ilusión decir que nuestros movimientos son voluntarios. Todos nuestros
movimientos son automáticos. Nuestros pensamientos y nuestros sentimientos también
son automáticos. El automatismo del pensamiento y del sentimiento está ciertamente
relacionado con el automatismo del movimiento. Uno no puede cambiar sin el
otro…”
.
Sabemos por la experiencia, cuánto dependen nuestros estados anímicos de las
posturas que adoptamos. Nos sentiremos, por ejemplo, desgraciados o tristes si
mantenemos una postura que corresponda al sentimiento de tristeza. Al mismo tiempo,
podemos generar en nosotros nerviosismo, miedo, o sosiego si adoptamos una postura
intencionada. Pero: “como cada una de las funciones del hombre… posee su propio
repertorio y todas ellas están en constante interacción, el hombre nunca podrá salir del
círculo mágico de sus posturas”
.
El ejercicio del stop contribuirá a luchar contra el automatismo y permitirá
adquirir gradualmente el control sobre las posturas en los diferentes Centros. El
ejercicio comienza con una orden verbal –también puede ser una determinada señalemitida por el maestro o por una persona delegada. Todos los estudiantes, entonces,
detienen sus movimientos sin considerar lo que estuvieran haciendo. Permanecen
totalmente inmóviles, manteniendo la postura, gestos, mirando fijamente, sin desviar la
vista del punto en que estaba antes de emitirse la orden, respetando la tensión de los
músculos del cuerpo. Desde esa inmovilidad, el discípulo detendrá el flujo de
pensamientos y concentrará su atención en sentir conscientemente las partes del cuerpo,
trasladando la atención de una parte a otra de su anatomía. A la señal convenida, el
alumno podrá volver a una postura acostumbrada; pero el ejercicio sólo se consideraba
correcto, cuando se emite la orden o señal de finalización, o cuando la persona cae presa
del agotamiento físico. Ouspensky fue testigo de las explicaciones dadas por Gurdjieff
sobre lo imprescindible del ejercicio de stop cuando se empieza a trabajar sobre sí.
Naturalmente, los discípulos han de tener la suficiente confianza en el maestro125; éste
cuidará de que no se produzcan daños físicos graves durante el tiempo, no pactado, de
duración del “stop”.
Afirma Gurdjieff: “… Un hombre no se puede dar a sí mismo la orden de ‘stop’.
Su voluntad no obedecerá a ese mandato. La razón de ello… es que la combinación de
posturas habituales, intelectuales, emocionales y motrices es más fuerte que la voluntad
del hombre… Estas posturas y su influencia son, por así decir, eliminadas mediante la
orden de stop, y, en este caso, las actitudes motrices obedecen a la voluntad”